Si hay dos ciudades en Italia que cuando las nombras todos saben cuales son sus productos más emblemáticos, ésas son Parma y Módena. Famosas por el Parmigiano Reggiano, por el prosciutto di Parma o por el Aceto di Modena. Ambas ciudades están alineadas en el centro de la sugerente e hipnótica llanura que se extiende entre los Alpes y los Apeninos, la Bassa Padana. Salpicada de pequeños pueblos y ciudades efervescentes dominadas por el paso cadencioso de río más largo de Italia, el Po, conocido antiguamente como Padus, de ahí el nombre de la fértil llanura, que la agricultura y ganadería han definido el paisaje desde hace siglos..

Parma, la ciudad del queso y del jamón

Comenzaremos por Parma, la más alejada de nuestra base de operaciones en Bolonia, unidas por un tren regional de Tren Italia, en algo menos de 1 h y por 8 €2022, por trayecto. La estación central está 10 min, a pie de la zona monumental. En un paseo, sin prisas, dejando el río Parma a nuestra derecha, bastante seco en pleno julio, nos acercamos hasta el Palazzo della Pilotta. Al parecer, recibe este nombre porque, los soldados españoles que defendían la plaza, era aquí donde se entretenían jugando a la pelota. Construido por Octavio Farnese, segundo Duque de Parma, a finales de s. XVI. En la actualidad es la sede de varios museos, incluido el de Arqueología, la Galería Nacional, la Biblioteca Palatina y del Teatro Farnese. En la esplanada se encuentra el monumento a Giuseppe Verdi, una obra en granito y bronce, un homenaje de la ciudad inaugurado en 1920, en conmemoración de los 100 años de su nacimiento.

De camino a la plaza Garabaldi hacemos un alto para ver la fachada neoclásica del Teatro Regio, inaugurado en 1829 por el empeño de Mª Luisa de Austria, esposa de Napoleón Bonaparte, de tener un teatro de estilo europeo. Muy cerca se levanta el Santuario de Santa María de la Steccata, una iglesia renacentista del s. XVI con diseño de cruz griega. Su nombre deriva de la valla o steccato usada para proteger a la imagen de los numerosos devotos.

En la plaza Garibaldi, presidida por este carismático líder, se erigen dos edificios emblemáticos de la ciudad. El Palacio del Gobernador, cuya construcción se inició a principios del siglo XIII, aunque nos ha llegado profundamente reformado, por lo que vemos un edificio de estilo barroco y neoclásico. La torre central conserva elementos de estilo barroco; hay tres grandes aperturas que albergan la campana, un gran reloj y una hornacina que alberga la estatua de la Virgen Coronada de Boudard, a ambos de ella, un complejo reloj de sol del siglo XIX. Los otros edificios son el Palazzo del Podesta (del primer magistrado) y el Palazzo Comunale. El primero edificado en s. XIII en estilo románico tardío con posteriores modificaciones y el segundo construido sobre el s. XVII en estilo renacentista con un gran pórtico con nichos, donde se erigió una fuente, sobre la cual se colocó el monumento a Hércules y Anteo.

Ahora nos desplazamos hasta la Piazza Duomo o plaza de la Catedral, es el centro medieval de la ciudad y donde se concentran los edificios más bellos. La Catedral, consagrada a la Asunción de la Virgen María, se erigió entre los s. XI-XII en estilo románico, en el s. XIII se añadió el campanario gótico. La fachada es tripartita, dividida en dos caras laterales menores que la central. La parte superior está hecha de ladrillos rojos, pero la parte inferior se realizó con piedra arenisca. El interior tiene forma de cruz latina, con tres naves de siete tramos cada una, un crucero formado por dos brazos gemelos con ábsides y un coro profundo, de luz cuadrangular y ábside semicircular. Destacan los frescos y la ornamentación de la bóveda, así como de la cúpula, que llevan la firma de Corregio, uno de los pintores italianos más importantes del s. XVI.

Frente a la Catedral encontramos la fachada principal románica del Palacio Episcopal, actual sede de oficinas diocesanas, residencia del obispo y del Museo Diocesano. Aunque el edificio data del s. XI, la última reforma data del s. XIX. En la esquina izquierda vemos el Palazzo della Rosa Prati, sus orígenes se encuentran el s. XIII, aunque el edificio actual es una reforma del s. XVII. EL palacio pertenece desde el s. XV a la familia nobiliaria de los Prati, que en la actualidad lo gestiona como un hotel Boutique.

Justo al lado se erige el Battisterio, destinado al rito del bautismo cristiano, de planta octogonal construido con mármol rosa de Verona a finales del s. XII. Se le atribuye al arquitecto y escultor Benedetto Antelami, en estilo de transición entre el románico al gótico. En la planta baja, en tres de las fachadas, se abren tres portadas abocinadas con arcos de medio punto; en los otros cinco lados arcos ciegos. Los portales están decorados con relieves en las lunetas, en el Portal de la Virgen, la Adoración de los Magos; en el Portal del Juicio, el Juicio universal y en el Portal de la Vida, leyenda de Barlaam.

La via Cardinal Ferrari nos lleva al último de los edificios significativos de esta zona, la monumental Iglesia de San Giovanni Evangelista, situada en la trasera de la Catedral es un complejo constituido por la iglesia, el convento y la antigua botica di San Giovanni. Se trata de una estructura medieval del siglo X, pero que no fue terminada hasta el renacimiento. La cúpula de la iglesia lleva también la firma de Correggio.

Por último cruzamos el río Parma hacia el Parco Ducale, uno de los pulmones verdes de la ciudad que es perfecto para relajarse, pasear y practicar deportes rodeado de estaturas, templos renacentistas y avenidas arboladas. También nos acercamos al Palacio Ducal, que lo tenían precintado por las gradas para un concierto.

Pero antes de irnos pasamos por la via Farini repleta de tabernas, enotecas y trattorias. Pero la joya de la corona es la Prosciutteria, en el nº 9 de esta calle, la mejor tienda donde comprar todo tipo de embutidos y quesos de la región, incluido el famoso prosciutto di Parma (el jamón) o el queso Parmiggiano-Reggiano. Pero no es este el único embutido de la región. Así que también compramos Culatello di Zibella, Salame di Felino o Spalla Cotta di San Secondo, entre otros manjares que regados con un buen caldo de la región, Lambrusco, fue la guinda para una cena en el hotel a nuestro regreso.

Módena, la ciudad del Aceto, de Pavarotti y de Ferrari

Cuando oyes a alguien decir Módena, inmediatamente lo relacionamos con su famoso aceto balsámico o vinagre de Módena, pero también es conocida por su no menos célebre vino lambrusco, o por ser el lugar de nacimiento de dos de sus más celebres personajes de fama mundial, el tenor lírico Luciano Pavarotti y Enzo Ferrari, el fundador de la Scuderia Ferrari. Módena se localiza a media hora de tren de Bolonia, normalmente es el mismo tren regional que va a Parma, aunque es preferible dedicarle al menos un día a cada ciudad.

Nuestro paseo por la ciudad comienza en la Plaza de Roma, sede del Palacio Ducal, Palazzo Ducale, que data del s. XVII. Era la residencia de los Duques de Este, la familia de origen lombardo que ostentó el Ducado de Módena (1288 -1860). Actualmente es la sede de la academia militar italiana. Frente al palacio, se erigió una estatua en recuerdo de Ciro Menotti, el patriota que organizó la insurrección liberal de Módena, en 1831, sentenciado a muerte por el Duque.

Continuamos hacia la plaza de San Jorge, donde se encuentra la Chiesa San Giorgio, construida por el arquitecto de la corte Este Gaspare Vigarani, a mediados del s. XVII, aunque la hermosa fachada barroca pertenece a Antonio Loraghi. El interior tiene forma de cruz griega y se caracteriza por pilares corintios y grandes galerías de mujeres, que dan al conjunto una sucesión de capiteles y columnas de un aspecto muy suntuoso.

Ahora nos podemos acercar por la via Fonterraso y continuar por via Carlo Goldoni hasta el Teatro Comunale Luciano Pavaroti con su famosa estatua en la entrada. Tras su muerte, en 2007, la ciudad homenajeó a su vecino más internacional concediéndole su nombre al antiguo Teatro Comunale, inaugurado en 1841. En su interior se puede disfrutar de una fastuosa decoración rococó.

Tomamos la vía Emilia, preciosa calle con arcadas a ambos lados, con muchos comercio y cafeterías hasta llegar a la Plaza Giuseppe Mazzini, donde encontramos la Sinagoga, construida en 1873 por la comunidad israelita de Módena en estilo lombardo o neoclásico. Se encuentra dentro del área que comprendía el antiguo gueto judío de la ciudad.

No muy lejos se encuentra la Piazza Grande, una explanada construida en el s. XII, delante de la entrada de la Catedral de Módena con su campanario, la Torre Ghirlandina. La Catedral de Módena o Duomo, está consagrada a Santa María de la Asunción y San Geminiano. Se empezó a construir en estilo románico a finales del siglo XI sobre el sepulcro de Geminiano de Módena, obispo de la ciudad en el siglo IV. El sepulcro de este santo, que es también el patrón de la ciudad, puede admirarse en la cripta de la Catedral.

En la fachada occidental hay que fijarse en los relieves existentes, que son obra del maestro Wiligelmo de Módena y están considerados entre las mejores esculturas románicas de Italia. En la portalada principal destaca la existencia de un pórtico sostenido por sendas columnas sobre leones. Este tipo de portalada se repite en la cara norte y especialmente en la sur, donde encontramos dos portaladas de este tipo, siendo la Porta Regia, la más impresionante.

Su interior está dividida en tres naves, y en la nave central se encuentra un parapeto de mármol, diseñado por Anselmo da Campione que representa la Pasión de Cristo e incluye la Última Cena . Destaca el rosetón y el crucifijo del s. XIV que suele centrar todas las miradas. A destacar el presbiterio, con  el admirable coro de madera taraceada de 1461-1465 y las pinturas del ábside que representa la Coronación de la Virgen. Bajamos a la cripta, que es casi una iglesia en sí misma sostenida por columnas, y el presbiterio, que queda en una situación elevada en relación al resto de la iglesia. En ella se encuentran las reliquias de San Geminiano, conservadas en una sencilla urna del siglo IV, cubierta por una losa de piedra y sostenida por columnas desnudas.

Regresando a la plaza levantamos la vista hacia la Torre Cívica o Torre Ghirlandina, se trata de un campanario de unos 90 m. de altura de finales del s. XII de estilo románico. Su nombre deriva de los dos trinette o guirnaldas que decoran la fachada. Se puede subir a su cúspide para tener una vista de la ciudad.

En la plaza destacan otros edificios y puntos notables como el Palacio Comunal de Módena, situado en el lado este. Realmente no se trata de un único palacio sino de una reconstrucción barroca de los s. XVII y XVIII de numerosos edificios que se encontraban allí desde 1004. Su fachada, es un largo pórtico con columnas de mármol  y una torre del reloj central. En el primer arco del pórtico este, se abre la gran escalera de acceso renacentista que conduce a la logia, desde donde se ingresa al edificio, donde es posible visitar algunos salas del primer piso. La Sala del Fuoco, por su chimenea; la Sala del Vecchio Consiglio, cuyo techo fue decorado por Bartolomeo Schedoni y Ercole dell’Abate a principios del siglo XVII o la Sala del Camerino, en ella se encuentra la famosa Secchia rapita, un balde robado de un pozo público durante las luchas contra la ciudad de Bolonia.

Los otros puntos de interés de la plaza son; la estatua de la Bonissima, se dice que la estatua protege a la ciudad desde lo alto e incluso posee una concha por encima de la cabeza para que no se deteriore con las inclemencias del tiempo y la Piedra Ringadora, situada delante del pórtico del ayuntamiento, se utilizaba como pedestal donde se dictaban sentencias de muerte y se cree que perteneció a algún vestigio romano.

Era hora de comprobar la fama gastronómica de la ciudad y nos acercamos al Mercato Albinelli. Se halla en un edificio estilo Art Noveau construido en 1931. El edificio en sí, ya es un monumento, con su estructura y decoraciones en hierro forjado, cubierto con varias galerías con especialidades alimenticias y una fuente en el centro, la fontanella dei graziosi, niña con canasta de frutas. A parte de los productos frescos, frutas, hortalizas y comidas preparadas, también habían puestos para almorzar y no lo dudamos, nos dimos un pequeño homenaje.

La visita a la Biblioteca Estense, fue la guinda del pastel. La biblioteca recoge la colección de libros de la familia Este, cuyos primeros vestigios se remontan al siglo XIV y se encuentra en el Palazzo del Musei, hoy es propiedad de la Universidad. El palacio fue construido entre 1764 y 1771, a instancias del Duque Francesco III de Este. En la primera planta se ubica el Archivo Histórico Municipal, la Biblioteca de Historia del Arte «Luigi Poletti», el Museo Cívico Lapidario Romano, el Gipsoteca Graziosi y el Consorcio del Festival de Filosofía.

En el segundo piso se encuentra Biblioteca Estense Universitaria, actualmente, la colección contiene más de 500 000 obras impresas, alrededor de 11 000 códices, más de 100 000 hojas manuscritas y 1662 incunables. Entre los manuscritos, el más famoso es la Biblia de Borso d’Este, cuyas 1200 páginas aparecen completamente rodeadas de miniaturas. Y ante nuestro asombro, lo pudimos hojear, no creíamos que fuese tan accesible. Fue increíble y dejamos la ciudad de Módena con una sonrisa en nuestras caras.

Nuestra última visita fue al Museo Enzo Ferrari, dicen que un Ferrari, es algo más que un coche, es historia, pasión, belleza, elegancia…bueno, aunque no somos apasionados de los coches, y teníamos tiempo mientras venía el tren, aprovechamos que el Museo queda bastante cerca de la Estación de trenes y le echamos un vistazo. Son dos edificios separados, un antiguo almacén que perteneció al padre de Enzo Ferrari, y un nuevo edificio diseñado por el estudio de arquitectura Future Systems. Aunque la imagen del cavallino rampante se le atribuye al piloto de combate de la I GM, el Conde Francesco Baracca, que pintaba un caballo encabritado rojo sobre una nube blanca en los laterales de sus aviones