Tetuán o Tataouine, está situada en la región del Gran Rif, en una zona agrícola de la costa mediterránea, entre las alturas de Jebel Darsa y la cordillera del Rif. Conocida con el sobrenombre de la Paloma Blanca por su estética mayoritariamente de ese color. Tetuán ha estado estrechamente ligada a la cultura española durante varios periodos de su historia, especialmente desde que sefardíes y moriscos se asentaran en la ciudad a partir del s. XV. Aunque no sería hasta 1913, cuando se estableció el protectorado español en el norte de Marruecos. Siendo su capital entre los años 1927 y 1956, desarrollándose así lo que se conoce como el ensanche español, una intensa transformación urbanística de barrios y edificios que se configura como una continuación de la ciudad existente, adaptándose y relacionándose con el entramado urbano antiguo.

Así que no hay mejor lugar para una visita a Tetuán que comenzar por el Ensanche Español, en la Plaza Mulay El Mehdi, el corazón del barrio. Conocida como Plaza Primo de Rivera durante la ocupación española. Y en la que se encuentran el Consulado Español y la Iglesia Nuestra Sra. De la Victoria.

Continuamos por la comercial Avda. de Mohammed V para desviarnos por la Av. Mohamed Ben Larbi Torres, y ver el Instituto Cervantes y el histórico Cine Español, testigo de aquella época. Es curioso como todo recuerda a España, incluso se oye hablando español en las terrazas de los bares.



La siguiente parada es en la Plaza de Hassan II, también conocida como Plaza el Mechouar. Es el nexo de unión entre el Ensanche Español y la Medina tradicional. La plaza tiene forma elíptica, hacia el norte se abren varios cafetines, donde casi todos son hombres que fuman y beben té o café y en frente se abre una gran esplanada, protegida por vallas y presencia militar; se ve el Palacio del Jalifa, que ahora es el Palacio Real, residencia de la familia alauí cuando están en la ciudad y a su izquierda el antiguo edificio del Alto Comisariado español.

Aunque en la mayoría de los blogs de viajes, incluido en este, alguna vez hemos dicho; que hay que dejarse llevar y callejear por la Medina, esa es la mejor forma de perderse. Así que intentaremos realizar un pequeño recorrido. Pero antes de entrar en la Medina deberemos tener en cuenta unas reglas básicas:
• Si en el suelo hay tres hileras de adoquines en el centro, estaremos en una calle principal, una que nos llevará a alguna de las puertas de la ciudad.
• Si hay dos, será una calle secundaria que irá a parar a alguna principal.
• Y si sólo hay una estaremos yendo hacia un callejón sin salida. Por lo que toca darse la vuelta.
Comenzaremos por la Mellah, el antiguo Barrio Judío, al que accedemos por una calle, al sur de la plaza, estrecha, con puestos comerciales a un lado y a otro, lo que provoca un caos de gente en continuo movimiento, yendo o viniendo, que te adelanta o se te cruza. Justo antes de llegar a la puerta Bab Rouah giramos a la derecha por la rue Haifa (antigua calle Luneta). El barrio actual se construyó en el s XIX y posee un entramado de calles muy estrechas y rectas, con arcos blanqueados y altos escalones en las puertas. Estuvo habitado por unos 10.000 judíos y llegó a tener unas 16 sinagogas, aunque hoy en día solo se conserva la Sinagoga de Isaac Ben Walid o Bengualid, del s. XV, como museo.





Regresamos a la Bab Rouah o Puerta del Viento que da acceso a una calle cubierta con paneles de madera que es uno de los principales núcleos comerciales. Al final de esta calle nos desviamos hacia la izquierda para acceder a la plaza de Souk el Hout, dominada por la antigua alcazaba de Al-Mandari, donde destaca una torre poligonal rematada con almenas dentadas, que recuerda al estilo gótico-mudéjar. Actualmente se venden todo tipo de complementos, ropa, babuchas y los típicos sombreros yebelías de cestería y adornados con pompones de lana. En la calle que asciende entre arcadas continúan los puestos hasta donde alcanza la vista.




Cruzamos la muralla y nos adentramos en un laberinto de callejones estrechos por los cuales llegamos a la Mezquita de la Kasbah, construida a finales del siglo XV, la más antigua de la medina, aunque reconstruida en los s. XVII y XVIII. Continuamos hasta la plaza de Guersa el Kebira, un espacio rectangular en ele, con comercios de telas, anticuarios, la Mezquita y el Museo Escuela Coránica Lukach del s. XVIII, reformada y convertida en museo. también hay un bar donde los parroquianos beben té, fuman y juegan a algún juego de mesa que no distinguimos.


Continuamos hasta llegar al comienzo de la rue Laayoun, donde se encuentra el Souk El Fouki, aquí se vende de todo desde alfombras o artículos de cuero hasta tazas del váter. En una esquina encontramos la Zaouia de Sidi el Hach Alí Baraka, del s. XVIII, que alberga el mausoleo del gran erudito y escritor Sidi Ali Baraka, decorado con azulejos, con un gran arco polilobulado en aguda herradura. Junto a ella hay una fuente ornamentada que es de las fuentes públicas más antiguas.

Ascendemos por los escalones estrechos entre los soportales con paredes pintadas de azul y blanco, la pendiente se acentúa hasta llegar al parking de la Kasbah de los Adives, en la cima del monte Dersa, desde el cual admiramos este monumento medieval reconstruido en el siglo XV por el granadino Sidi al-Mandari aunque del original, sólo quedan los muros exteriores y los bastiones.




Regresamos por donde hemos subido pero nos desviamos a la izquierda para ver la Bab Mkabar, o Puerta del Cementerio, los españoles la conocían por la Puerta de Ceuta, es la más antigua de todas. La puerta está compuesta de doble arco construida a mediados del s. XVI. Frente a ella vemos la Zaouia Harrakia o al-Harraq, mezquita sufi con una hermosa puerta con doble arco de herradura.
Cruzando la puerta nos encontraremos con el antiguo Cementerio Musulmán, cuyas vistas son significativamente mejores desde la Kasbah o desde lo alto de la Curtidurías. Se distinguen muchos mausoleos, algunos derribados por el tiempo, se dice que aquí descansan los restos de los primeros granadinos que se instalaron en la ciudad junto a Sidi Ali Al Mandri expulsados de España.
Justo al lado encontramos la entrada al Barrio de los Curtidores, es aquí donde se trabajan las pieles, se tintan y se dejan secar dejando un olor difícil de soportar y de olvidar. Las llamadas Tenerías de Dar Dbagh son del s. XVI. Todos intentan compararlas con las de Fez, mucho más grandes, pero estas son más tranquilas y no hay nadie que te moleste. El patio tiene forma de ele y cuenta con 380 cubetas. De los 120 trabajadores hoy solo quedan 4. Encontramos algunas pieles de oveja, cabra y vaca ordenadas unas encima de las otras. Aunque la mayoría de las cubetas estaban vacías. Es un trabajo duro, el oficio se transmite de generación en generación, pero ya los jóvenes no quieren aprender nos dicen, parece que este conocimiento ancestral puede perderse para siempre.
El proceso comienza con un contacto íntimo con sustancias químicas, tóxicos y excrementos. Los cueros ya limpios de restos de animales se dejan secar varios días con cal y excrementos de paloma. Posteriormente se eliminan los restos de pelos y carne, raspando con suavidad las pieles y se sumergen en las cubetas con una solución de curtido (aceites y curtientes naturales) y por último se tiñen con pigmentos naturales y cáusticos para fijar el color. Luego se secan en las azoteas o terrazas al sol.





Regresamos a la plaza del Souk El Fouki, la rue Laayoun y la rue Abdellatif Medouri que delimitan el Trankat, el barrio comercial por excelencia, frutas, verduras, pescado y cacharrería. Todo muy fresco, hasta el punto que las gallinas o pollos están vivos y tu los eliges, por supuesto que si quieres te los matan y despluman.


Caminamos hasta llegar a la puerta Bab Tut, también denominada Puerta de Tánger, por estar en esa dirección y también llamada Puerta del Cid durante la ocupación española.
A la derecha, a pocos minutos, se encuentra la Place Feddan, con unas vistas maravillosas hacia la Alcazaba y las casas blancas que la rodean. De reciente factura, año 2016 en estilo andalusí está rodeada de palmeras. En el centro se levanta un templete y al lado izquierdo hay una elegante cafetería, debajo un parking subterráneo. Es un lugar especial donde ver el atardecer y observar como cambia el tono rojizo sobre el inmaculado blanco de las casas.




Tetuán fue una gran sorpresa!!. Con nostalgia dejamos atrás la ciudad y el Riad las mil y una noche, realmente nos sentimos como sacados de un cuento del famoso libro de la literatura árabe y hablando de libros no podemos dejar de hablar de El tiempo entre Costuras, de Mª Dueñas, que la autora sitúa parte de la acción en Marruecos y la serie de TV de A3, que filmó en Tetuán varias de sus escenas.
24/10/2022 at 20:31
Sorprendente Tetuán!😍😍😍😍👏👏👏👏
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29/10/2022 at 18:34
Reblogueó esto en Blog de mis amores.
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