Creta fue el asentamiento del legendario rey Minos, hijo de Zeus y de la princesa Europa. Es la mayor de las islas griegas y la quinta del Mediterráneo, te atrapa como a Ulises, y quedas fascinado por la refinada y misteriosa civilización minoica, antesala de la Grecia Clásica, por sus pintorescos pueblos marineros de gente hospitalaria y amante de la buena mesa, por sus playas intactas de aguas turquesas y por un interior montañoso de pueblos con sabor a tradiciones y ritos. Aquí se han enraizado y vertido su sangre muchos pueblos, desde fenicios, romanos o venecianos, pasando por árabes, turcos y griegos. Todos han dejado una impronta cultural que convierte a esta isla en un lugar que no podíamos dejar de visitar.

Heraklion es la puerta principal de entrada a la isla, y a su vez, facilita la división del recorrido en tres partes: hacia el este, con los asentamientos minoicos y la costa oriental, donde destaca Agios Nikolaos y la playa de Bai; hacia el oeste, Retimno y el bello puerto de Chania, como referencia para acceder a las playas más occidentales de Balos y Elafonsi. Y la zona sur con el antiguo pueblo hippy de Matala, las ruinas minoicas de Festos o la Garganta de Samaria. Comencemos pues este periplo que realizamos en 11 días a partir del 23 de junio de 2022.
Heraklion y el Palacio de Cnosos
Heraklion, después de casi cinco siglos de dominio veneciano (1204-1669) y dos bajo el poder otomano (1669-1898), resulta una amalgama cultural a veces difícil de asimilar, muchos la desprecian como paso a otros destinos más turísticos, pero si viajas con ojos escrutadores y ávidos de experiencias podrás encontrar pequeños tesoros que se ocultan en las estrechas y abigarradas calles de esta antigua polis.
En el centro bullicioso y animado se encuentra la plaza Eleftheriou Venizelou o Plaza de los Leones, una fuente veneciana ornamentada, con cuatro leones con agua brotando de sus bocas, llamada Fuente Morosini. Si continuamos por la calle peatonal podemos disfrutar de la Basílica de San Marcos, la Logia, donde se reunían los nobles venecianos, la iglesia ortodoxa de San Tito o el Puerto Veneciano de Heraklion con la Fortaleza de Koules y los astilleros. Cuando la noche cae la ciudad se transforma, la gente inunda las plaza, cafés y restaurantes, las luces iluminan los monumentos y se respira un ambiente mágico sobre todo en su Paseo Marítimo.











Otro de los imprescindibles de Heraklion es sumergirse en su Museo Arqueológico. Su principal contenido son los hallazgos del periodo minoico (3400-1200 a.C.), provenientes de los numerosos e importantes vestigios de ciudades y palacios en Creta. Las piezas más antiguas que alberga este museo datan de más de 7.000 años de antigüedad y van desde el neolítico hasta época romana y bizantina. Las piezas se exponen en 22 salas de forma cronológica, en dos pisos. Alguna de las piezas más importante son: el colgante de las abejas de Malia; el Disco de Festoss, disco de arcilla de escritura desconocida en ambos lados; la Diosas serpiente, figurillas de loza ctónica del palacio de Cnossos; el sarcófago de Hagia Triada; los delfines de Cnossos; el príncipe de los Lirios; La Parisienne; los jóvenes de azul; Ritón con forma de cabeza de toro; Fresco de la Tauromaquia del palacio de Cnossos; las hachas de Arkalojori, una doble-hacha votiva minoica y así podríamos seguir con una lista interminable. Es verdad que algunas piezas están, tal vez, demasiado reconstruidas pero eso no le quita valor ni importancia al Museo.
El palacio de Cnossos

El yacimiento arqueológico de Cnossos (Cnosos o Cnoso, en lineal B, ko-no-so; en griego, Κνωσσός, ) se halla a diez minutos en coche. Visitarlo es adentrarse en una dimensión mitológica que te llevará a imaginar al enojado Minos, con su esposa Pasifae por enamorarse del hermoso toro blanco que el rey Poseidón les regaló y que no quisieron sacrificar, y de su unión nació su hijo, el engendro del Minotauro, encerrado dramáticamente en el laberinto ideado por Dédalo, que Teseo con la ayuda de Ariadna, hija del rey, logro matar y acabar con los sacrificios de doncellas que alimentaban al monstruo.
El palacio fue construido entre el 2000-1900 a. C. y reformado en varias ocasiones (1700 y 1450 a. C.). Se sitúa en la colina de Kefala, rodeada por el río Kairatos. Las excavaciones que sacaron a la luz el yacimiento, fueron realizada en el siglo XX por el arqueólogo Arthur John Evans, aunque su restauración e interpretación ha sido muy discutida por sus propios compañeros de profesión.

El palacio se distribuye sobre la peculiar orografía de la zona, construido en distintos niveles unidos entre sí por medio de monumentales escaleras y diversos fosos o patios hundidos de pequeñas dimensiones que le proporciona la estructura laberíntica que lo relaciona con el mito de Minotauro. Además de ser la residencia de los reyes, probablemente cumplía funciones religiosas y redistribuía recursos económicos. La línea roja indica el camino a seguir por el espacio arqueológico y los números los monumentos más significativos.


La visita se realiza sobre plataformas elevadas que unen las diferentes partes del complejo. Después de dejar la entrada (1), Lo primero que te encuentras es una plaza pavimentada donde se observan tres pozos o Kouloures (2), no tienen clara su función (deposito de grano, cisterna o centro ritual). En esta zona se encontraba el acceso principal del palacio, conocido como Propileo Occidental. (3). A continuación vemos un edificio conocido con el nombre de Corredor de la Procesión (4), debido al mural que había en su pared que representaba la imagen de unos jóvenes de cuerpo esbelto, vestidos con el típico faldellín minoico que portan recipientes para una ceremonia religiosa. Obviamente todos los originales se conservan en el Museo de Heraklion, aquí solo han dejado algunas reproducciones.



Continuamos por la pasarela y llegamos al llamado pórtico de los Grandes Propileos (6), decorado con copias de los frescos de los Coperos o Portadores de Agua.




A un lado, también podemos ver varias vasijas o pithoi y detrás los Cuernos de la Consagración que antaño decoraban toda la fachada sur. Continuando nos acercamos al Gran Patio, pero antes encontramos una la copia del fresco del Príncipe de los Lirios (11). Cuando Arthur Evans lo encontró, pensó que se trataba del mismo rey Minos, aunque eso nunca ha quedado demostrado.. Finalmente llegamos al Gran Patio Central (10) de unos 1400 m2 con forma rectangular. Divide al palacio en dos partes, el ala oeste y el ala este. Aquí se desarrollaba la vida diaria, centro de reunión y de celebración rituales. Este patio se encontraba pavimentado, la mayor parte del cual fue usado por los venecianos para las fortificaciones de Heraklion. El sol caía a plomo y hay pocos lugares donde refugiarse.



Continuamos el periplo por el recinto hacia el ala este, el lado inferior de la colina, encontramos la monumental Gran Escalera (12) que conduce a los apartamentos reales. Las columnas minoicas originales, al igual que sus capiteles, generalmente estaban hechas de madera por lo que no han sobrevivido, las que vemos aquí son restauradas. Esta zona estaba cerrada por mantenimiento y no se podía entrar. Por la escalera se accedía al Megarón del Rey o Sala de las Dobles Hachas (13), símbolo que se encuentra en una de sus paredes y que representaba los poderes; la Política y la Religión. Por la zona se encuentra el Megarón de la Reina (14), donde se descubrieron los frescos de los Delfines y el de la Bailarina y sala de baño de la reina con una especie de bañera de arcilla, y la cámara de aseo, con las letrinas.




Nos dirigimos hacia uno de las imágenes más icónicas del complejo, que se encuentra en la entrada norte del palacio, para aquellos que accedían desde el mar. Un estrecho corredor empinado y pavimentado que se une el patio central. Adornando la pared interior de ese bastión (19) vemos una copia del fresco en relieve de un toro en un olivar del 1500 a.C. En él se representa la captura de un toro salvaje en un paisaje lleno de olivos.



Continuamos por el corredor del Juego Real (16), en referencia al hallazgo de una especie de juego de mesa hecho de marfil, cristal de roca, azul egipcio, plata y oro. A la derecha del corredor se encontraban tiendas de cerámica y a la izquierda, áreas de almacenamiento y taller. Continuamos hasta el Almacén de los Grandes Pithoi (17), estas vasijas son impresionantemente grandes, casi los 2 metros. Contienen multitud de asas alrededor del cuerpo, por donde se pasaban cuerdas para facilitar su transporte. Estaban construidas de barro y se utilizaban para almacenar recursos como aceitunas, grano, aceite, vino, etc.



Regresamos al Patio Central (10) para continuar la visita por el ala oeste, la zona noble, aunque el primer edificio que vemos son otros almacenes, donde guardaban más tinajas Pithoi.
Si continuamos hacia el norte por la plaza encontramos una escalera que asciende a los pisos superiores pero antes de ascender por ellas visitamos Sala del Trono (8). Una larga cola nos indica el lugar. Consta de una antecámara, el propio salón y un santuario ritual. Las paredes del salón del trono se encuentran decoradas con murales en los que se representan a grifos, sentados entre estilizadas flores. Un banco de piedra que discurre por tres de sus paredes, dejando espacio en el centro de la pared norte para acomodar un trono de alabastro custodiado por dos grifos. En la antecámara se puede ver un trono de madera sobre un podio bajo contra la pared norte, con bancos de alabastro a lo largo de la pared opuesta. En esta sala se encontró una hilera de vasijas de alabastro en forma de pan.


Ahora si subimos por la escalera hacia los pisos superiores del palacio, encontramos el Santuario de las tres Columnas (9). Esta estancia columnada está situada encima de la sala del trono. En sus paredes encontramos varias copias de frescos como; las Damas de Azul, el Argonauta, el Mono Azul, el Pájaro Azul o Espectadores en un santuario. Pero destaca el fresco de la Taurocatapsia o salto del toro. Aquí se encontró la escultura denominada Diosa de las Serpiente expuesta en el Museo de Heraklion.





Desde esta planta, al ser la de más altura podemos ver el palacio en su conjunto y la parte final del recorrido que nos llevará a ver la denominada Sala del Baño Lustral (21), llamada así porque contenía la más grande y profunda de todas las cuencas lustrales del palacio.


Por último, y ya fuera del palacio, se encuentra el denominado Teatro (22). Se trata de una estructura cuadrada y elevada, bordeada por escalones en sus lados este y sur en los que se sentaban unas 400 personas. Probablemente en el teatro tenían lugar actividades de naturaleza religiosa. Desde esta zona parte el llamado Camino Real que conduce hasta el Palacio Pequeño, cerrado al público. Aquí termina este paseo por uno de los vestigios de una civilización, la minoica que todavía guarda algunos secretos. Continuamos nuestro viaje por Creta hacia el noreste en dirección a Agios Nikolaos, ubicada frente al golfo de Mirabello.
03/09/2022 at 06:36
A pesar de la controvertida reconstrucción de Evans, cómo impresiona vagar por el palacio de Knosos y que agradable descubrimiento Heraklion, tan denostada y sin embargo tan viva!
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03/09/2022 at 16:40
Maravilloso compartiendo de esa forma sus experiencias de viaje
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30/10/2022 at 15:53
Reblogueó esto en Blog de mis amores.
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