Nepal, el techo del Mundo, el lugar más cercano al cielo, lo visitamos en el verano de 2007. Veníamos del Viaje a la India del Norte. Volamos desde Benarés (Varanasi), la ciudad de los Muertos, hasta Katmandú. El cambio fue brutal, del bullicio, el caos, los colores, pero sobre todo de los olores y la suciedad, pasando a la tranquilidad, el sosiego, la limpieza y el orden. Fue como entrar en un paraíso de máxima espiritualidad, donde has dejado atrás tu mochila de preocupaciones, tus miedos. Nuestro guía, un simpático y carismático joven, nos recibió con el clásico namaste y una gran sonrisa, acompañado por la inclinación de cabeza con la unión de las palmas de las manos a la altura de la cabeza y nos cantó una bella canción (Resham Firiri). ¡Qué mejor inicio para un viaje tan alucinante¡.

Nepal está situado entre India y China, el Tibet, realmente, no tiene salida al mar y su moneda es la rupia nepalesa (NPR). Posee la única bandera que no es cuadrada o rectangular, sino que está formada por dos triángulos. Nuestro itinerario por Nepal, estuvo sujeto a la organización del paquete de Travel Plan que adquirimos en Halcón Viajes, como extensión a la Ruta de los Maharajas. Visitamos su capital, Katmandú y la cercana estupa Swayambhunath. Las ciudades de Patan, Bhaktapur y la estupa de Boudhnath y finalizamos conociendo el templo de Pashupatinath y realizando un vuelo panorámico al Everest en la cordillera del Himalaya.

Katmandú, la capital del Cielo

Nos imbuimos en esta urbe que se puede definir como La Capital del Cielo, porque a su alrededor encontramos 8 de las 14 cumbres más altas de la Tierra, con más de 8.000 m, situadas en la cordillera del Himalaya, incluido el Everest la más alta del Mundo. La ciudad rebosa espiritualidad gracias a las influencias que durante siglos han dejado, tanto el Budismo, como el Hinduismo. Ubicada en un fértil valle del mismo nombre, a más de 1300 m de altura sobre el nivel del mar.

Nuestra primera visita fue al barrio de Thamel donde se alojan la mayoría de los viajeros, sobre todo mochileros. En el paseo por sus calles te puedes encontrar una gran cantidad de tiendas de artesanía local, souvenirs, accesorios y ropa de trekking. Al suroeste de Asan Tole, en el cruce conocido como Kel Tole, este templo Jan Bahal, que atrae tanto a budistas como a hinduistas. En el patio hay pequeños santuarios, chaitya (diminutas estupas) y estatuas.

Cerca del barrio, se encuentra la Plaza Durbar (mapa), también llamada Basantapur, alberga un complejo de palacios y templos que pertenecen a los períodos comprendidos entre los siglos XII y XVIII. Esta organizada en dos cuadrángulos, interior y exterior, con más de 50 edificios. Accedimos a la plaza cerca de los templo de Indrapur y Visnú.

En el cuadrado exterior destacan: el templo de Kasthamandap, que da nombre a la ciudad y es una pagoda de tres pisos, construida en madera sin un solo clavo o estructura de metal.

El Kumari Ghar, un palacio donde se aloja la Kumari o diosa viviente. Una joven es seleccionada desde niña hasta que alcanza la pubertad, como reencarnación de la diosa Taleju, símbolo de pureza y virtuosidad. Como se puede observar el trabajo arquitectónico y decorativo en madera de los Newar, la población indígena del valle de Katmandú, es impresionante y queda patente en todas las edificaciones del Nepal: pagodas, estupas, shikharas, chaitya, etc. La marca distintiva del valle son las pagodas de múltiples tejados, las cuales son originarias de la zona y se han extendido a la India, China, en fin, por todo el sudeste asiático.

El templo Shiva-Parvati, que se levanta sobre un doble pedestal y desde una de sus ventanas se asoman las imágenes de los dioses como si te dieran la bienvenida.

También destacan los edificios con figuras eróticas talladas en la madera, como en el templo Jagannatha.

En este lado de la plaza uno de los templos más significativos por su arquitectura es el Maju Deval, dedicado a Shiva, con una plataforma en forma de pedestal de nueve plataformas y un techo triple con tallas eróticas en los puntales del techo; se identifica fácilmente porque se ha construido un pequeño templo de estilo indio, shikhara dedicado a Kam Dev en el lado este, al pie de la escalera. Cerca se levanta el Mohan Narayan Mandir, dedicado a Visnu, con pedestal de 5 etapas y triple techo con figurillas hindúes védicas. Una gran estatua de Garuda se arrodillada con las manos juntas justo delante del templo a modo de protección.

En el cuadrado interior destaca el complejo palaciego de Hanuman Dhoka, en referencia a la imagen en piedra de la deidad hindú del dios Mono.  Esta fue la residencia de los reyes Malla y también de la dinastía Shah. Se accede por el lado este de la plaza por la Puerta de Hanuman. Hay una curiosidad antes de entrar, una piedra con una inscripción. La piedra es un jaladroni, una fuente para beber con cuatro caños. En ella está inscrita un poema dedicado a la diosa Kali, escrito en 15 idiomas diferentes, nepalí, persa, francés, griego y árabe, etc (¡en español, no!). La leyenda dice que si alguien entiende lo que dice el poema, de ella brotaría leche en lugar de agua.

Esta zona estaba cerrada en el momento de nuestra visita. Hay unos 52 patios entre los que destacan el Nasal Chok (patio del bailarín), en referencia a la imagen de Shiva o el Mul Chok, que alberga el templo hinduista y jainista, dedicado a la diosa Taleju, con tres tejados sobre una base piramidal y una torana dorada (guirnalda de la puerta), que pudimos ver desde la torre Dharahara , también llamada torre Bhimsen. Desde lo alto también se aprecia la fuente de agua, conocida como Sun Dhara, un caño profusamente tallado hundido varios metros por debajo del nivel del patio que los reyes Malla usaban para sus abluciones diarias.

Impresiona este santuario dedicado al dios Kaal Bhairav, una feroz manifestación de lord Shiva, que lo representa llevando la cabeza decapitada de Shani, vistiendo una serpiente ornamental, piel de tigre y un delantal ritual hecho de huesos humanos. Está al aire libre, en medio de la plaza y dicen que se realizó a partir de una sola piedra en el s. VI.

La Estupa de Swayambhunath

Dejamos la capital para dirigirnos a unos 3 km hacia el oeste donde se levanta un complejo budista, en lo alto de una colina, que domina el valle de Katmandú. Esta constituido por varios templos, tiendas, alojamientos y la gran Estupa de Swayambhunath («Sublimes árboles») data del siglo V. También se conoce a este complejo como el Templo de los Monos, dada la cantidad de estos animales que pululan a su libre albedrío. Hay que tener cuidado si se lleva comida o acercarse demasiado.

A la estupa se puede acceder por dos caminos, el más sencillo es una carretera que asciende hasta lo alto de la colina dejándote muy cerca de la entrada. En el otro camino unas figuras policromadas de Budas esculpidas en piedra, franquean el paso a una escalera de 365 escalones que ascienden entre un bosque exuberante y húmedo. Bordeando la escalera se ven antiguas inscripciones budistas. A nosotros nos dejaron en lo alto y bajamos las escaleras.

En lo mas alto de la colina se levanta la Estupa, rodeada de banderas multicolores tibetanas de oración. En seguida se hacen patentes los ojos de Buda y la singular nariz que nos es tal, sino el símbolo del 1, que significa la unidad divina. La estructura cuadrada (harmika) donde se encuentran los ojos de Buda, que miran en las cuatro direcciones y simbolizan el fuego. Sobre ella se elevan 13 anillos que significan los pasos para alcanzar el nirvana y la enorme cúpula (kumbha) semicircular de color blanco representa el mundo.

El área que rodea la estupa está llena de chaityas, templos, imágenes pintadas de deidades y numerosos objetos religiosos. Hay pequeños santuarios con estatuas de deidades tántricas y chamanísticas, lingams de Shiva y un templo hindú dedicado a Harati Devi, diosa de la viruela y otras epidemias. Uno de los objetos religiosos más simbólicos es el Vajra, tiene forma de rayo y acompaña a la ghanta, una campana, representa la dureza del diamante y la fuerza irresistible del rayo.

Acompañamos a los fieles que comienzan a rodear la Estupa, en el sentido de las agujas del reloj, mientras suena el mantra Om Mani Padme Hum (alabada sea la joya del loto). Deslizando la mano sobre los molinillos de la oración vemos que algunas personas descalzas se agachan y se arrastran por el suelo con una especie de sacos de arpillera que proteje sus ropas. El lugar también es venerado por los hindúes. Los olores a las velas de mantequilla se mezclan con el incienso, a pesar de la enorme cantidad de turistas y peregrinos, reina una la paz absoluta, espiritualidad en mayúscula.

Ajenos al terremoto que sacudiría el Nepal en 2015 y que tanto sufrimiento llevó a los nepalíes,  unas 9.000 víctimas mortales, casi 22.000 heridos y daños materiales en infraestructuras vitales. Incluso barrios enteros han desaparecido. Muchos de los edificios que se han descrito se han derrumbado y otros siguen apuntalados con grandes brechas en su fachadas. Esperemos que con la ayuda externa se puedan recuperar la mayoría de estos monumentos ya protegidos por la Unesco desde 1979.