Otro año de vicisitudes pandémicas, 2021, que no nos ha impedido viajar. En esta ocasión el “Viaje con Nosotros” se dirige a la región de Calabria, Italia. Después de visitar el tacón de la bota, en “Road Trip por la Puglia: el Tacón de Italia” nos quedaba la punta de la bota. Disfrutamos de kilómetros de costa salvaje, en ocasiones abrupta y rocosa, que se alterna con litorales arenosos que forman extraordinarias playas e impresionantes y pintorescos pueblecitos que se asoman a un mar azul intenso, puro y limpio. En su interior, se descubren unos paisajes montañosos, de praderas verdes salpicadas por lagos y cascadas, aglutinados en Parque Nacionales como el de Pollino, Aspromonte o Silla, con poblaciones donde todavía resuena la lengua grecoromana y albanesa.

Con un patrimonio cultural abrumador debido al paso y conquista de griegos, romanos, normandos, musulmanes, aragoneses y españoles que han dejado el vestigio de su cultura en monumentos que jalonan esta región de Italia. Todavía con el sabor en los labios del picante del “peperoncino” (guindilla), el dulzor de las “cipolla rossa”, (cebolla) la omnipresente “n‘duja”, un embutido de carne de cerdo para untar en las “bruschette”, la salsa “sardella” a base de sardinas que acompañan a los diferentes platos de pasta artesanal fresca como las “strangugghj”, “fileja” y “maccaruni”. Tampoco me olvido del pez espada o del atún con costra de pistacho, los dulces y postres con el olor intenso y delicado de la bergamota y de sus fantásticos quesos como el pecorino de varias zonas, la ricotta affumicata , riccotone salate o el caciocavallo y todo regados de excelentes vinos como Ciro Rosso de aroma frutal e intenso.

Para situarnos, Calabria es la región del sur de Italia, que constituye la punta de la península italiana; limita al norte con la región de Basilicata, al oeste con el mar Tirreno, al noreste con el golfo de Tarento (Taranto), al este con el mar Jónico y al sur con el estrecho de Mesina, que la separa de la isla de Sicilia que visitamos en 2016 (Viaje a Sicilia: Palermo, La Belleza de la Decadencia). Se extiende cerca de doscientos cincuenta kilómetros de norte a sur y solo alcanza una anchura máxima de ciento diez kilómetros. Para la mayoría de los italianos es una región pobre, marcada por la mafia, de pueblos agrícolas o de vocación marinera, pero a la que acuden en masa a disfrutar de sus playas y parques nacionales.

Nuestro viaje lo organizamos en torno a 29 días, cierto que se puede recorrer en menos tiempo pero la inminente jubilación nos permitía este dispendio de tiempo. También es cierto que nunca es suficiente el tiempo para descubrir un país. Volamos de Tenerife sur al aeropuerto de Roma, Fiumicino con Wizz Air (4:20 h). Habíamos reservado un B&B, Hotel Fiumicino A57, para pasar la noche y recoger al día siguiente el coche que reservamos en Rentalcars con la empresa Centauro, (fuera del aeropuerto y próximo al B&B). Recuerden que en Italia se paga por todo, por el shuttel a los hoteles, por impuestos locales de alojamiento, parking, etc.

El recorrido, por tanto, comenzó en Fiumicino, que significa «pequeño río», es un gran pueblo pesquero en la costa del mar Tirreno reconocido durante mucho tiempo por sus marisquerías (a la vuelta lo comprobaríamos). Nuestro primer destino fue Maratea, enclavada en el golfo de Policastro, provincia de Potenza, es la única ciudad de la región de la Basilicata en la costa del Tirreno. Empleamos unas 5 horas aprox., en los 410 km que nos separaban con un peaje unos 17 €, dejando a Nápoles, con su amenazante Vesubio y la bella Costa Amalfitana a nuestra izquierda, siempre con el azul intenso del mar Tirreno como guía.

Para relatar el viaje lo hemos organizado en ocho entradas de Rivieras o Costas que toman sus nombres de las singularidades o características del terreno, la vegetación o de la historia de sus pueblos. Así podemos indicar por orden; la Costa Tirrena de la Basilicata, la Rivera de los Cedris, la Costa de los Dioses, la Costa Violeta, La Costa de Reggio Calabria, la Rivera de los Jazmines, la Costa de los Naranjos, La Costa de los Sarracenos y la Costa de los Aqueos. Finalizando con dos entradas más dedicadas a las Islas Eólias y a Salerno, las ruinas arqueológicas de Paestum y Herculano.

La Costa Tirrena de la Basilicata, se sitúa en un emplazamiento panorámico, sobre uno de los más bellos tramos del golfo de Policastro, donde se ubica Maratea, magnífica localidad turística en esta región, con su Cristo Redentor en lo alto del Monte Biagio, cuyas vistas se asoman a un magnífico mar Tirreno, salpicado de pequeñas calas y playas que anticipan unas vacaciones de relax, cultura y sabor italiano.

La Costa de los Cidros, va desde Tortora hasta Paola, en la provincia de Cosenza, incluye las zonas montañosas, como los montes Orsomarso y el Parque Nacional del Pollino. Recibe su nombre de las plantaciones de cidros, un cítrico tipo toronja. La primera población es Praia a Mare con sus espléndidas playas de arena oscura fue nuestro centro para conocer la región. La Isla Dino, que surge frente a Capo dell’Arena con sus maravillosas grutas. Hacia el sur encontramos Scalea, un centro histórico amurallado, para perderse por sus encantadoras y empinadas callejuelas. Descubrimos algunos pueblos del interior de Parque Nacional Pollino, como Papasidero. Nos sorprendió el grabado rupestre en el asentamiento paleolítico de la Gruta Romito. Visitamos Diamante, donde fliparíamos con los espléndidos murales realizados en las casas de pescadores del casco histórico. Cosenza, perdida en el interior, nos agradó por su casco antiguo, nos recordó al barrio español de Nápoles. Disfrutamos de las poblaciones de Orsomarso o Buonvicino y por último nos pusimos religiosos en Paola en el Monasterio que guarda los huesos de San Francisco de Paula.

La Costa de los Dioses, también llamada Costa Bella, es una franja de litoral que se sitúa en la provincia de Vibo Valentia, entre las poblaciones de Pizzo Calabro y Nicotera. Recibe este nombre porque en la antigüedad se decía que los dioses vivían allí y la elegían por su belleza escénica. Playas blancas, vastos acantilados de rocas abruptas que esconden calas, algunas solo accesibles por mar y burgos medievales. El primero que encontramos es Pizzo Calabro, levantado sobre un promontorio, este pueblo medieval tiene el honor de ser el lugar del origen del helado de trufa, il tartufo. Un lugar singular es la iglesia de Piedigrotta, tallada dentro de una cueva y al pie de una playa. En el interior encontramos Vibo Valentía, un auténtico tesoro de historia y cultura. Entre las poblaciones de Briatico, Zambrone y Parghelia, se disputan el honor de las playas kilométricas más esplendidas, pero si hay una población a la que denominan «la Perla del Tirreno«, esa es, Tropea, con su idílica playa a los pies del acantilado coronado por el santuario de Santa María de la Isla. Aunque también conocida por la producción de cipolla rossa, de sabor especialmente dulce. De aquí parten los tours a las Islas Eolias. Después del pueblo de Ricadi llegamos al promontorio de Capo Vaticano con su Faro y unas vistas espectaculares de humeante Stromboli (islas Eólias) y las hermosas playas de Grotticelli.

La visita a las Islas Eolias, la excursión la habíamos reservado a través de «Get your Guide» desde Tenerife. Consistió en un día completo de 7:30 h a 19:30 h, en travesía en barco con la agencia local de Tropea, Aeolian islands, por las 7 islas volcánicas (como las islas Canarias, que coincidencia) con paradas en las islas de Stromboli, Lipari y por último Vulcano, para visitarlas, almorzar y posibilidad de baño. A mi me hubiese gustado dedicarle más días e ir saltando de isla en isla. Aunque en muchas hay poco que ver, sería buena idea poder ir con más sosiego y tranquilidad.

La Costa Púrpura o Violeta, se extiende desde Palmi hasta Villa San Giovanni con vistas al estrecho de Mesina, en la provincia de Reggio Calabria, cuyos territorios dan al mar con un vasto interior dominado por la cresta rocosa del Aspromonte. Se caracteriza por costas altas y escarpadas cubiertas de matorral mediterráneo. La zona debe su nombre a la descripción del filósofo Platón que, navegando por este tramo de mar, quedó impresionado por los diversos matices que el mar Tirreno, la montaña de Aspromonte y el paisaje circundante adquieren al atardecer. Sin lugar a duda el pueblo de Scilla, es el más bello. Citada por Homero en la Odisea, donde habitaba el monstruo de 6 cabezas, Escila, que devoraba a los barcos que faenaban en el estrecho. Una verdadera delicia es el barrio de Chianalea, con las casas de los pescadores apoyadas contra las rocas y separadas por estrechas calles que desembocan en el mar y donde se sigue pescando el pez espada de forma tradicional desde hace más de 2000 años.

La Costa de Reggio Calabria, se ubica entre dos mares, el Tirreno y el Jónico. Su principal localidad es Reggio Calabria, que cuenta con el «kilómetro más bello de Italia” que es como se define su Lungomare, el paseo marítimo. En su Museo Nacional de la Magna Grecia se pueden admirar los famosos Bronces de Riace que son el símbolo de la ciudad. Las vistas al estrecho de Mesina y a la isla de Sicilia son espectaculares al atardecer. Un paseo por las cercanas montañas de Aspromonte. nos desvelan pueblos como Gambarie, Pentedattilo o Bova.

La Costa de los Jazmines, va desde las poblaciones de Riace hasta Locri. Ubicada en la provincia de Reggio Calabria y bañada por el mar Jónico. Nuevamente nos encontramos bahías con playas bajas y arenosas que se alternan con altas rocas con vista al mar, rodeadas por las verdes colinas de Crotone, ricas en cítricos y olivares que llegan al parque nacional Aspromonte. Esta zona es famosa por el cultivo del jazmín del cual toma el nombre y muy apreciados en la industria del perfume. La primara ciudad que visitamos fue Gerace, pueblo medieval con un centro histórico de origen bizantino, donde destaca la catedral del siglo XI. Muy cerca el Parque Arqueológico de Locri Epizefiri, que alberga hallazgos de la colonia griega de Locri .El parque, que se levanta al borde del recinto sagrado de Marasà es una especie de museo al aire libre.  Otra ciudad medieval es Stilo, a los pies del monte Consolino, cuyo símbolo es la «Cattolica«, una pequeña iglesia bizantina.

La Costa de los Naranjos, comprende el golfo de Squillace, entre la desembocadura de los ríos, Stilaro al sur y Tacina al norte, en la costa Jónica. Con algunos de los balnearios más famosos de Calabria como Caminia, Pietragrande y Copanello pero también con un patrimonio arqueológico que manifiesta su pasado milenario. En el Parque Arqueológico de Scolacium, se pueden admirar los restos de una antigua colonia romana y la monumental Basílica de Santa Maria della Roccella, construida en el siglo XI por los normandos y considerada una de las principales iglesias templarias de Italia. En el interior visitamos Cantazaro, cuyo casco histórico se ubica sobre tres pequeñas colinas y el resto de la ciudad desciende hacia el mar Jónico.

La Costa de los Sarracenos, se extiende dentro de la zona costera de la provincia de Crotone, entre los municipios de Isola di Capo Rizzuto hasta Crotone. Su nombre deriva de las incursiones realizadas por los musulmanes en estas costas. El litoral es otro paraíso de playas de arena dorada. El pueblo pesquero de Le Castella es conocido por su espléndido castillo aragonés en un istmo en el mar y sus playas. Continuamos hacia el cercano Cabo Rizzuto, con su Faro, la Torre Vechia, el lungomare y la preciosa Spiaggia Rossa, una playa de color rojizo que al atardecer es un espectáculo. Seguimos hacia el norte para descubrir Capo Colonna, cuyo nombre se debe a la presencia de la única columna en pie del templo dedicado a Hera Lacinia, en el parque arqueológico. Un faro y un santuario dedicado a la Madonna di Capocolonna, lugar de peregrinación. Seguimos nuestro viaje ahora al interior del Parque nacional de Sila cuyas laderas finalizan en el mar. Visitamos Crotone, situada en el golfo de Tarento, es famosa por el castillo de Carlos V. El pueblo de Santa Seberina, con su imponente castillo Normando y la Concatedral de Santa Anastasia con su bello Baptisterio bizantino. Por último, visitamos Ciro, sus excelentes viñedos le han valido el titulo de Ciudad del Vino, aquí hablan griego desde hace 2000 años.

La costa de los Aqueos, se extiende desde Roseto Capo Spulico hasta Rossano, ocupando gran parte de la llanura Sibari. Recibe su nombre debido a la gran cantidad de asentamientos griegos encontrados en la zona. Nuestra primera visita fue la localidad de Corigliano Calabro, de origen árabe, ¡cómo no! encaramado en lo alto de un cerro. Todavía no se cómo el coche paso por el intrincado laberinto de estrechas callejas por donde lo metimos. Su Castillo Ducal es una visita imprescindible y perderse por el intricando entramado de calles con la sorpresa de encontrar vistas increíbles o pequeñas iglesias con mucho fervor religioso. La siguiente y última ciudad fue Rossano, situada entre las montañas de Sila y la Costa Jónica, conserva en su Museo Diocesano el Codex Purpureus Rossanensis, uno de los evangelios más antiguos del mundo, datado entre los siglo V y VI. Otro de sus monumentos emblemáticos es la Catedral de María Santissima Achiropita, en cuya sacristía se encontró el Códice en 1879.

Abandonamos Calabria y la cambiamos por la Campaña, alojándonos en Nocera, equidistante de nuestras siguientes visita, por un lado, Paestum y su zona arqueológica, la ciudad de Salerno, que no pudimos ver en nuestro Viaje con Nosotros a Nápoles y la Costa Amalfitana. La ciudad nos sorprendió gratamente; es verdad que su gran puerto es la primera imagen que echa un poco para atrás, pero pasado este, se abren varios parques, como la villa comunale o el jardín Tripoli, un bonito lungomare y un centro histórico realmente interesante. Nuestro último destino sería Herculano, pueblo sepultado por el Vesubio en su última erupción. Habíamos visitado hace años Pompeya, pero quedamos muy sorprendidos por el estado de conservación de las antiguas villas romanas al borde del acantilado. El lugar desprende un aura especial, el silencio solo roto, por el parloteo de los guías y de algún niño aburrido, es estremecedor. Uno toma consciencia del sufrimiento y angustia que debieron sentir los habitantes ante la fuerza imparable de la Naturaleza.

Este fue nuestro viaje a tierras calabresas, en un verano caluroso en exceso con muchos incendios en esta parte, con falta de recursos y empobrecida por la mafia. Gente ruda, un tanto recelosa, en un primer instante, pero muy hospitalaria y habladora si ve que estás interesado en conocer su historia y cultura. Les invitamos a leer más sobre cada una de las Costa y/o Riveras que visitamos en las próximas entradas, espero que les gusten y que sirva para fomentar la inquietud de visitar y ver con sus propios ojos lo que aquí intentamos revelar con palabras e imágenes.