Este fue el viaje de nuestras vidas, por lo menos de Rosi y mio, nuestro primer gran viaje. Agosto de 2004, en pleno verano, temperaturas por encima de los 40 ºC. Quién de joven no soñó ser arqueólogo, aventurero, descubrir tesoros ocultos, descifrar enigmas, pasear por ciudades tragadas por la arena de los desiertos, leer la historia que se escribe en las paredes de las tumbas de antiguos faraones. Tal vez influenciado por libros como Sinuhé, el Egipcio, (Mika Waltaki), el Callejón de los Milagros (Naguib Mahfuz) o las películas de La Momia, Indiana Jones, etc…me habían llevado a leer un libro sobre Champollion y cómo descifró los jeroglíficos en la piedra Rosetta. Nada de lo que viví o sentí me decepcionó sino todo lo contrario me creo una necesidad de querer volver a este país.
Nuestro sueño se gestó, como siempre en esa época, en la agencia de viajes Halcón Viaje, con el amigo Jesús, a través de Transrutas, Gran Tour por Egipto, 12 días visitando; Lúxor, crucero por el Nilo y por el lago Nasser, Abu Simbel, Asuán y regreso al Cairo. Nuestro periplo clásico cada vez que abandonamos la isla. Salida de TFN (2,5 h) –Madrid (5 h enlace) – Lúxor (7 h, directo). La primera sensación fue de caos, no porque fuese de madrugada, ni por el calor sofocante con mucha, mucha humedad, si no por la multitud de gente, el griterío, la desorganización inicial. Parecía que todo Egipto quisiera venderte algo y seguramente sería por el cansancio acumulado por tantas horas entre vuelos y esperas. Finalmente, el descanso anhelado en un hotel flotante, un barco de nombre Champollion II que nos llevaría por el Nilo.
Lúxor, La antigua Tebas
Lúxor, situada a orillas de majestuoso Nilo, construiada sobre las ruinas de la antigua, Uaset, que los griegos llamaron Tebas y los árabes Lúxor, capital del Antiguo Egipto (2050 a. C). Es la ciudad de los grandes templos del Antiguo Egipto (Luxor y Karnak), de las célebres necrópolis, el Valle de los Reyes y de las Reinas, donde se enterraron a los faraones y nobles del Imperio del Nuevo Egipto (1550 – 1070 a. C). Enclavada en la fértil llanura del Valle del Nilo, que si te alejas 100 metros de su orilla comienza el abrasador desierto. La actividad comenzaba siempre muy temprano, sobre las 6 de la mañana, para evitar las horas calurosas del mediodía, y se retomaba por la tarde a la caída del sol.
Nuestra primera visita fue al fastuoso Complejo de Karnak, cuyo nombre en el Antiguo Egipto era Ipet Sut, el lugar más venerado. El templo principal estaba dedicado al culto del dios Amón-Ra (dios del sol y el de la vida), pero también se veneraba a otras divinidades, como Montu, Mut, Jonsu, Opet y Ptah. Los templos se distribuyen en tres bloques o centros separados, rodeados cada uno por un muro de ladrillos de adobe, con varios espacios comunes. El templo de Amón-Ra es el principal. A su izquierda está el templo de Montu, el antiguo dios local de la guerra. Al otro lado está el templo dedicado a la diosa Mut, representada por un buitre, esposa de Amón y madre de Jonsu con los que forma la tríada tebana. Se distribuyen en dos ejes. El eje este-oeste, que comprende del I al VI Pilono, sigue la trayectoria del sol y simbolizaba el eje solar y celeste. El eje norte-sur abarca del VII al X Pilono, es paralelo al curso del Nilo e indica el eje real o terrestre. Debo advertir que se debe tener la mente abierta y cierta capacidad de imaginación para poder recrear como eran la mayoría de los monumentos que hoy en día se ven en ruinas. También se puede recurrir a textos o enlaces que permiten su reconstrucción 3D.
El complejo se inicia en un muelle que entonces estaba en la ribera del Nilo, con una plataforma sobre la que se erigían dos obeliscos de Seti II, de los que sobrevive uno. Desde el embarcadero discurre una avenida de esfinges, llamado dromos o camino de Dios, de cabezas de carnero y cuerpo de león que finaliza a los pies del I Pilono, que es la entrada principal. Aunque el santuario original o Gran Templo de Amón se edificó durante el Imperio Medio (1900-370 aC) este se ha ido ampliando por los diversos faraones que han querido dejar su huella, incluso apropiándose de obras realizadas por otros faraones. La entrada principal, está formada por dos Pilonos ciclópeos, una construcción con forma de pirámide truncada, a modo de gruesos muros, que flanquean la entrada principal. La obra fue proyectada por de Nectanebo I (380-362 a.C.) y mide 113 metros de lado y casi 40 de alto.
El I Pilono, da acceso a un patio central conocido con el nombre de Patio Etíope en honor el rey nubio Taharka (690-664 a.C.), que tenía un pabellón de 10 columnas de las que solo queda una, cuyo capitel tiene forma de de capullo de papiro abierto y donde se guardaban las barcas sagradas. En la parte trasera del I Pilono se pueden ver los restos del andamiaje de ladrillos que se utilizaba para izar los bloques de piedra para su construcción.
A la derecha vemos una hilera de esfinges de carneros en honor a Ransés II (1279 -1213 a.C) y la entrada al Templo de Ransés III (1184–1153 aC), flanqueado por dos estatuas suyas. Se accede a un patio central con pilares osiaricos, columnas con estatuas que representan al rey momificado con la apariencia de Osiris. Otra puerta da acceso a una pequeña sala hipósitila de columnas de capiteles papiriformes cerrados. Una puerta lleva a una oscura habitación donde está la tríada de Karnak, es decir, Amón, su consorte Mut y su hijo Jonsu.
De vuelta al patio central encontramos a la izquierda el templo de Seti II (1200 a 1194 a. C), y cerca de la entrada al II Pilono se alza un coloso de 15 m, en granito rosa que representa al sumo sacerdote de Amón, Pindjem I (1070-1032 aC) de la XXI dinastía. En el siglo XI aC, el poder se dividió entre los faraones, en el norte, y los sacerdotes de Amón en Tebas, en el sur. Realmente había dos estatuas de Ramsés II, pero la más grande fue usurpada por el Pindjem I, ya he comentado que se cambiaban el nombre del cartucho (la representación esquemática de una cuerda anudada que rodea el nombre del faraón, protegiéndolo).
El II Pilono, de 29 m da acceso a la Sala Hipóstila, la más grande de Karnak, de 102 m de ancho y 53 m de largo. La sala cuenta con 134 enormes columnas decoradas con relieves polícromos que terminaban en gigantescos capiteles papiriformes y campaniformes, sobre los cuales se apostaban enormes dinteles que sostenían la cubierta. Todavía hoy en día se perciben los colores. Está dividida en tres naves. La diferencia en altura de las columnas centrales respecto a las laterales permitía colocar grandes ventanas de piedra, que eran la única fuente de luz. La construcción la inició Horemheb (1333-1305 aC) con las naves laterales y la central Amenofis III (1402-1364 a.C.), que construyó también el III Pilono cerrando la sala. Otros faraones como: Ramsés I (1295 – 1294 a.C), Seti I (1305-1289 a.C.), Ramsés II, etc… continuaron la decoración de los fustes de las columnas y paredes con relieves policromados que representaban victorias dinásticas y escenas de la vida cotidiana.
Pasado el III Pilono, entramos en un espacio cuadrado que marcaba el punto de encuentro de los ejes sagrados del mundo. El eje celeste se cruzaba con el eje terrestre y este encuentro se marcó con cuatro obeliscos que mandaron levantar Tutmosis I (1526-1513 a.C) y Tutmosis II (1492 a 1479 a. C), dos cada uno, pero hoy sólo queda uno el de Tutmosis I, con 23 metros de altura y un peso de 143 toneladas. Estos obeliscos son de granito rosa extraídos en una sola pieza en la cantera de Asuán como podriamos comprobar más adelante en el viaje.
Entramos ahora en un espacio que va del Pilono IV al VI y que está bastante deteriorado. Pasando el IV Pilono, obra de Tutmosis I, entramos en un vestíbulo llamado Uagit, reformado por Tutmosis III (1479 a 1425 a.C) que consta de 14 columnas en forma de papiro. En la estancia había 2 obeliscos realizados por Ineni (1530-1490 a.C.) el gran arquitecto real, en granito rosa que narraban la historia de la reina Hatshepsut (1490-1468 a.C), hoy solo se conserva uno. Un patio une los Pilonos V y VI bastantes hechos polvo. En el patio encontramos dos estatuas en arenilla roja, obra de Tutankamon (1342–1325 a.C) que representan a Amón y a otra de sus esposa Amonet.
Desde aquí se accede al espacio oscuro del Santuario de la Barca Sagrada donde se colocaban las barcas de la tríada tebana, erigido por Filipo Arrideo (323-317 a.C), de la dinastía tolemaica y hermanastro de Alejandro Magno, (356-323 a.C). Pasado el VI Pilono se abre un patio y al final del mismo, Tutmosis III levantó un edificio de grandes proporciones, el llamado Men-Khaper-Re-Akh-Menu, o “El más glorioso de los monumentos”, más conocido como “El salón del Festival”.
De regreso al eje terrestre, norte-sur en el Pilono III y IV, accedemos a una gran explanada desde la que podemos ver el Lago Sagrado. Con una superficie de 120 m de longitud por 77 m de ancho. Parece que se usaba con lugar de purificación de los sacerdotes del templo, pero también como lugar de cría de aves acuáticas para el sacrifico a los dioses.
En la explanada encontramos al escarabajo gigante traído del templo funerario de Amenofis III (1390 a 1353 a. C), que de acuerdo a la leyenda dice que si das un número de vueltas a su alrededor tus deseos se cumplen. A un lado también se puede ver parte de un obelisco de la reina Hatshepsut que un terremoto derribó.
Volviendo al Pilono IV se accede a un patio denominado del Escondite, por haber encontrado en él numerosas estatuas en una fosa. Solo pudimos acceder hasta la entrada del Pilono VII, obra de Tutmosis III. Los siguientes; el VIII obra de Hatshepsut, el IX de Horemheb (1323-1295 a. C) y el X de Amenofis III estaban cerrados al público y en proceso de reconstrucción, así como los templos de Khonsu y Opet. A partir del último pilono se abría una calzada de esfinges con cabeza del faraón Amenofis III y cuerpo de león conecta con el Templo de Lúxor, que sería nuestra próxima parada.
Templo de Lúxor, la Opet del sur
Al templo se accede por la anteriormente descrita avenida de las esfinges. El templo está situado en pleno corazón de la ciudad. La construcción se debe a Amenofis III, la parte interior y a Ramsés II, la exterior, entre los años 1400 y 1000 a.C. Aunque los siguiente faraones contribuyeron a su mejora. El templo levantado en honor a Amaón-Ra servía para recibir la llegada del año nuevo. Coincidía con la segunda quincena del segundo mes de las inundaciones del Nilo. La fiesta se iniciaba en el Templo de Karnak con el traslado de la tríada tebana ( Amon, Mut y Khonsu ) en las barcas sagradas por el Nilo y luego por tierra cargada por los sacerdotes, seguidos en procesión por danzantes, cantantes, acróbatas y músicos que animaban la fiesta a la población local.
La avenida ceremonial de esfinges termina en el Pilono construido por Ramsés II en el que se relata la batalla de Qadesh, librada por el faraón contra los Hititas. Frente al pilono había 2 obeliscos, solo queda uno de 25 m de altura. El otro está en la plaza de la Concordia de París. En la entrada había 6 estatuas sedentes en granito rosa de Ramsés II aunque hoy solo quedan dos de unos 15 m. La reina Nefertari aparece a cada lado del trono y la otra, aunque muy deteriorada representa a Merit-Amón, la hija de Ramsés II.
Pasar el Pilono es sobrecogedor, a pesar de ir acompañado y cruzarte con turistas, te siente empequeñecido, las altas paredes te agobian. Es curioso ver en lo alto una mezquita y piensas como diablos se construyó ahí. La razón es bien sencilla. El cieno y la arena cubría todo el templo, sí, parece increíble. Pero cuando 1881, el arqueólogo Gastón Maspero comenzó los trabajos de desescombro, todo estaba casi bajo la arena del desierto. La mezquita se llama Abu Haggag, levantada en el 640 dC con motivo del triunfo de la invasión musulmana de Egipto. Se construyó sobre una iglesia cristiana durante el periodo romano, 395 dC. ya que algunos espacios del templo se dedicaron al culto cristiano.
Pasado el pilono se accede l patio de Ramsés II. Un patio peristilo que engloba a 3 capillas donde reposaban las barcas de la tríada tebana. El patio de 55 m de longitud está porticado, con una doble fila de siete columnas con capiteles papiriformes enrollados y estatuas osíricas en los intercolumpios, alrededor del patio.
La entrada a la columnata procesional de Amenofis III está flanqueada por 2 colosos sedentes de Ramsés II con la reina Nefertari, vestida como la diosa Hathor, en su pierna derecha. Las estatuas están realizadas en granito negro y el zócalo está decorado con escenas de prisioneros que representan a los pueblos vencidos por el faraón.
A continuación se atraviesa el pasillo que dejan las 14 columnas campaniformes, de 16 m dispuestas en 2 filas. En las columnas están grabados los cartuchos de Amenofis III, Horemheb, Seti I y Ramsés II. En la decoración de los muros, atribuidos a Tutankamon y Horemheb, se relata la fiesta de Opet, mostrando la procesión de barcos desde Karnak hasta aquí y el viaje de regreso.
Llegamos al patio Amenofis III, un patio solar, rodeado en tres de sus lados por 2 hileras de columnas con capiteles papiriformes cerrados. El cuarto lado está unido a la Sala Hipóstila que representa la primera estancia interior del templo. Originalmente la sala se encontraba techada. Cuenta con 32 columnas con capiteles papiriformes cerrados, dispuestas en 4 filas de 8 columnas cada una.
Por último, se accede a una serie de estancias auxiliares; vestíbulo, santuario de la barca, sala del nacimiento antes de llegar al santuario. Esta parte está bastante reformada ya que fue usada por los romanos como acuartelamiento, incluso como iglesia copta. En el santuario de la barca reconstruido por Alejandro Magno aparece él representado ante Amón.
Antes de las 10 de la mañana abandonamos la ciudad cruzando el Nilo en dirección a la orilla occidental. Campos agrícolas inmensos, se veían antiguos artilugios de extracción de agua en las riberas del río para la irrigación de los campos, animales de tiro rotulaban las tierras y poco a poco el paisaje fue cambiando del color verde al amarillo ocre. Paramos en los Colosos de Memnon, que es lo único que queda junto con algunos basamentos de columnas del templo funerario de Amenofis III, resultado de las crecidas, los terremotos y los saqueos. En el año 27 a.C uno de esos terremotos causó una grieta en una estatua que provocaba un sonido lastimero. Pero en el año 170 dC Séptimio Severo mandó a reparar la estatua y cesaron los sonidos. El nombre se lo pusieron los griegos y deriva de la leyenda de Memnon, hijo de Aurora y del rey Tritón que fue enviado por su padre en ayuda de Troya, muriendo a manos de Aquiles. Aurora suplicó a Júpiter que resucitara a su hijo, al menos una vez al día. Así Aurora podía acariciar con sus rayos al amanecer a su hijo, y éste emitía un largo lamento. Obviamente, representan al faraón Amenofis III en posición sedente, con las manos en las rodillas y junto a ellas están esculpidas su madre, Mutemwiya, y su esposa, Tiy.
A unos 5 km de la orilla occidental del Nilo se levanta la cordillera Tebana, con su pico más alto, El-Qurn, su forma recuerda a una pirámide natural. Tal vez por esto, Tutmosis I, de la dinastía XVIII del Imperio Nuevo, eligió la zona para crear una de las mayor necrópolis jamás vista. Formada por dos valles en el cauce de un wadi seco se concentran algunas tumbas de nobles, sacerdotes e incluso animales junto a los templos mortuorios de faraones, como el Ramesseum, templo funerario de Ramsés II, el Valle de los Reyes (KV), el Valle de las Reina (WV), los templos de Deir el-Bahari, donde destaca la tumba de la reina Hatshepsut o Deir el-Medina, el pueblo de los obreros que construían las tumbas.
Obviamente es imposible en un día visitar el lugar. Nuestra primera parada fue en el Valle de los Reyes, un trenecito nos llevó desde el parking hasta la entrada donde nos requisaron la cámaras de vídeo y estaba prohibido bajo pena de fuertes multas hacer fotos en el interior de las tumbas. En pleno agosto el lugar es un horno, sin sombra, uno puede imaginar lo que supondría para los obreros el trabajo en el interior de la tumba con el calor, la poca ventilación, inhalando el polvo a la luz titilante de las lámpara de aceite.
Nuestra primera tumba fue la de Ramsés VI, (KV9) parece que también fue ocupada por su antecesor, Ramsés V. Descubierta por J. Burton en 1886. Un pasillo recto conduce de forma inclinada y profunda a varias cámaras con pilastras sin cámaras anexas ni pozo funerario. Los pasillos están decorados con escenas de los partes del libro de las Cavernas y del libro de las Puertas, así como escenas astronómicas en el techo. La cámara sepulcral está decorada de forma profusa, en las paredes imágenes del libro de la Tierra y en el techo imágenes de la diosa Nut. y parte del libro de los los Muertos. Los colores son intensos, rojos, amarillos, azul añil.
La siguiente tumba fue la de Ramsés IX (1126-1108 a.C), (KV6) y sigue el mismo perfil de la anteriormente visitada, un recto corredor. Al final de los pasillos se abren tres cámaras. La primera está decorado con el ritual de la Apertura de la Boca. La segunda contiene cuatro grandes columnas, sin terminar ni de decorar. Al final de esta cámara, una rampa desciende hacia la cámara funeraria real, donde se colocó el sarcófago del faraón. El techo es abovedado y está decorado con espléndidas imágenes de la diosa Nut . Las paredes laterales muestran escenas del Libro de las Cavernas y el Libro de la Tierra.
Visitamos la tumba de Ramses IV , (KV2) muy conocida en la antigüedad como atestiguan las numerosas inscripciones que hay en sus paredes. Se descubrió en 1905 por E.R. Ayrton. Presenta un solo pasaje recto 66 m y carece de pozo funerario. Impresiona como el pasaje se introduce en el interior de la tierra, ahora bien ventilado e iluminado te sientes vigilado por la imagen del omnipresente Horus, el dios halcón con las alas abiertas representado en los techos. En último tramo del corredor se ha representado en las paredes varios textos funerarios como, el libro de las Cavernas, de los Muertos o el de Nut. En la última estancia se encuentra el sarcófago exterior, de 2,5 m de altura. La momia real, fue hallada junto a otras en el escondite de la tumba KV35.
Por último, quisimos inmortalizar, al menos con una foto, la entrada a la tumba más fotografiada del valle, la de Tutankamón (KV62), descubierta en 1922 por Howard Carter. Tiene un ticket aparte. Decir que nos dio miedo la maldición sería mentir, realmente no nos quedaba tiempo pero vimos cosas maravillosas….
Nuevamente a la guagua para ir hasta Deir el-Bahari, un complejo de tumbas y templos funerarios. Entre otros el de Mentuhotep II, de la XI dinastía o el de Tutmosis III, pero sin lugar a dudas el más importante es el templo funerario de Hatshepsut, en honor a Amón-Ra, realizado por el arquitecto real y posible amante según la malas lengua de la época, ya por aquel entonces existía Sálvame, Senemut. Construido sobre la ladera de montaña en tres terrazas con columnas precedidas por estatuas osiríacas, de forma escalonada y unidas por una rampa central, que en la antigüedad estaba flanqueada por jardines de plantas exóticas y estanques. Al nordeste se situaba la capilla de Anubis y al sudeste la de Hathor.
El segundo nivel lo forma un pórtico de 2 filas de 22 pilares cuadrados con escenas del nacimiento, educación y coronación de la reina.
En el extremo izquierdo se encuentra la capilla de Hathor excavada en la roca, compuesta de 2 salas hipóstilas. Una de las salas consta de columnas hathóricas y la otra de columnas acanaladas. El templo está decorado con escenas de fiestas en honor de Hathor y ofrendas de la reina a los dioses, así como decoraciones celestes. En una de las paredes hay unos bajorrelieves que cuentan la expedición comercial por mar hasta el país de Punt (Somalia).
La tercera y última terraza contenía 22 columnas precedidas de pilares osiríacos que fueron destruidos por Tutmosis III cuando asumió los plenos poderes, tras la muerte de Hatshepsut.
En este nivel, en el lado sur, a la izquierda de la terraza, se encuentra la capilla de Tutmosis I y la cámara de ofrendas de la Reina, excavada en la roca.
Las vistas desde esta última terraza son magnificas se puede ver el fértil Valle del Nilo al fondo en toda su magnificencia. Ese sería nuestro siguiente destino los pueblos que jalonan su ribera. Como si de un viaje iniciático se tratara o la búsqueda de sus fuentes. A pesar del calor, reflejado en la cara de Daniel, la experiencia supera nuestras expectativas. Daban las 2 de la tarde y como si de Cenicienta se tratara regresamos al barco para almorzar, descansar y comenzar nuestra singladura por el Nilo, el río de la vida.
28/06/2020 at 17:53
Buenas tardes . Gracias por compartirlo todo muy bonito…
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30/06/2020 at 08:57
Precioso viaje, tenemos que repetir Egipto!
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