Si tienes un fin de semana y no sabes qué hacer, una buena propuesta es darte un salto alguna ciudad europea. Cierto es que lo malo de vivir en las islas Canarias, en Tenerife para ser más exactos, es que estamos a más de 2.000 kilómetros de cualquiera de estas ciudades europeas, pero lo bueno es que gracias al turismo y al excelente tiempo del que disfrutamos durante todo el año y en especial durante los meses de invierno (20-25 ºC) estamos muy bien conectados con la mayoría de estos países por compañías de bandera y también de bajo coste. Así que aprovechamos del 6 al 9 de diciembre (2019) para tomar un vuelo de la compañía Cóndor desde TFS a Hamburgo y en aproximadamente 4:30 h aterrizábamos. Un taxi nos dejó en el Stay! Hotel Boardinghouse, alojamiento reservado con Booking. Aunque hay otras formas mucho más económicas de llegar al centro desde el aeropuerto (metro, guagua y tren), nosotros cogimos un taxi y así aprovechamos para tener un primer contacto con la noche hamburguesa. Salimos a cenar y luego un corto paseo porque hacía un frío que pelaba.
Hamburgo: la ciudad que flota en el agua
El agua está por todas partes en esta ciudad que antiguamente formaba parte de lo que durante siglos fue la “puerta al mundo” para Alemania: la Liga Hanseática. Bañada por el río Elba que vierte su aguas en el Mar del Norte, Hamburgo es el segundo puerto a nivel de tráfico de contenedores en Europa (después de Rotterdam). Dice la wiki que hay más puentes que en Venecia, Amsterdam y Londres juntos.
Barrio de Altstadt o barrio viejo
Nuestro hotel se sitúa a 5 minutos a pie de la estación central, Hauptbahnhof, en el centro de la ciudad y cerca del lago Alster. Comenzamos nuestro itinerario bajando por la calle Spitalerstraße, una calle peatonal llena de tiendas y muy animada en estas fechas con cientos de casetas navideñas. Si seguimos por esta calle dejaremos a nuestra izquierda las iglesias de St. Jacobi y St. Petri de techos puntiagudos. La iglesia de San Pedro se construyó en 1849 después de que la estructura anterior se quemara en el Gran Incendio de 1842. Tras el mismo solo sobrevivió el pomo izquierdo de la puerta de entrada. Consiste en dos cabezas de león, de las que se dice que es la obra de arte más antigua de Hamburgo.
La Spitalerstraße nos deja directamente en la Rathausmarkt o plaza del ayuntamiento, donde se celebran festivales y eventos durante todo el año, incluido el mercado navideño más grande de la ciudad. Aquí se levanta el Rathaus o ayuntamiento, es un edificio neorrenacentista, del s. XIX.
El acceso a su vestíbulo es gratuito y podemos ver estatuas clásicas, pilares de roca arenisca y una elegante escalera de mármol. Una puerta comunica con el patio del edificio donde se encuentra una fuente muy hermosa que representa a Higía, la diosa griega de la salud y que se erigió en memoria de la epidemia de cólera que azotó la ciudad a finales del siglo XIX.
En el frente del edificio destaca su torre del reloj de 112 metros y las 20 estatuas de emperadores. Hay visitas guiadas por 5€ o 4€ con la Hamburg Card, para visitar las 647 salas en las que destaca la Grosser Festsaal, decorada con episodios de la historia de la ciudad.
Muy próximo se encuentra el Jungfernstieg, un muelle-ágora a orillas del lago Alster. El río Alster, cruza Hamburgo por el centro histórico, desembocando posteriormente en el Elba. Pero antes ha formado el lago Alster, dividido en dos lagos artificiales: el Binnenalster y el Aussenalster. El Binnenalster o Alster interior, es el más cercano a la plaza del mercado y al embarcadero desde donde salen muchos tours para navegar por los canales y el lago. En el medio hay una fuente y suelen verse numerosos patos y cisnes majestuosos surcar las plácidas aguas del lago.
Continuando nuestro camino llegamos a uno de los puentes más bonitos que ver en Hamburgo, el Trostbrücke construido en 1881. Se trata de una construcción de piedra famosa por tener las estatuas de Adolf III y el Obispo Ansgar, quien fundó la catedral original de la ciudad. Muy cerca se levantan los restos de la iglesia de San Nicolás construida en estilo neogótico entre los años 1874 y 1876 fue el edificio más alto del mundo en su tiempo. Actualmente se encuentra en ruinas causado por los bombardeos durante la II Guerra Mundial y sirve como monumento conmemorativo.
La Speicherstadt: El antiguo barrio de los almacenes
Construido entre los años 1883 y 1927 con un sistema de pilotes de madera es el barrio más grande construido con esta técnica en el mundo y fue declarado Patrimonio de la UNESCO (2015), está atravesado por un conjunto de canales que originalmente permitía a los barcos descargar sus mercancías directamente en los almacenes mediante un sistema de poleas. Éstos son en su mayoría edificios de varias plantas de ladrillo rojo- La mayoría de accesos se encuentran en las primeras plantas de los mismos y se llega a ellos mediante un sistema de puentes y plataformas elevadas, para evitar que entre el agua al interior cuando la marea del río Elba aumenta unos metros.
Lo mejor es dejarse llevar y deambular por la zona y si dispones de más días visitar alguno de los muesos que se ubican aquí como el Internationales Maritimes Museum Hamburg, el Deutsches Zollmuseum, el Hamburg Dungeon, el Museo de las Miniaturas (Miniatur-Wunderland), el Museo del Café o el Museo de las Especias entre otros.
Este área es parte del proyecto de desarrollo del casco urbano más grande de Europa: HafenCity, que abarca 1,5 kilómetros cuadrados. Han conservado elementos del pasado marítimo, a la vez que se reinventa el estilo del antiguo del puerto, con construcciones modernas como la Filarmónica del Elba, un edificio aéreo y transparente como una ola o burbuja, diseñado por los arquitectos suizos Herzog & De Meuron e inaugurado en 2017. Además de tres salas para la música, cuenta con un hotel, apartamentos y una terraza tan grande como la plaza del Ayuntamiento. Es el nuevo balcón y faro del barrio portuario.
Continuamos nuestro paseo hacia el puerto, Hamburger Hafen, iniciado en 1189 a orillas del Elba. Un aire helado parece no molestar a las gaviotas que revolotean entre los mástiles de los veleros y otros barcos de mayor tonelaje. Continuamos hasta el Elbe Tunnel, una maravilla de la ingeniería del año 1911: coches, bicis y peatones bajan 25 metros en unos ascensores de madera para cruzar los 400 metros de largo por debajo del río Elba hasta la otra orilla. La entrada es gratuita y actualmente no está abierto al tráfico, solo es peatonal.
La noche se nos echaba encima y apenas había luz decidimos no visitar el barrio rojo Sankt Pauli y la calle Reeperbahn conocida como «la milla del pecado», así como la Beatlesplatz donde se recuerda con una escultura al grupo británico que empezó su carrera aquí. Dejamos a la derecha la aguja de la torre de la Iglesia barroca de San Miguel,
Continuamos por la calle Deichstrasse, repleta de casas antiguas de cuento, con fachadas de estilo neerlandés construidas desde el siglo XVII al XIX y ubicadas a orillas del canal Nikolaifleet, Además se puede visitar el lugar donde se originó el Gran Incendio de 1842, actualmente se encuentra el restaurante Großes Feuer (Gran Incendio).
Nos vimos inmersos en el torrente de gente que salía a festejar la Navidad en los cientos de casetas de madera navideñas que se montan en las principales calles peatonales o en las inmediaciones de iglesias y plazas. Tiovivos o carruseles, grandes figuras de Papa Noel con carros tirados por renos, villancicos y miles de luces. Es realmente fantástico el ambiente, vino caliente, cervezas, todo tipo de carnes asadas, salchichas, hamburguesas, embutidos típicos de la zona y muchos puestos de adornos navideños.
Bremen, una ciudad de cuento
La mejor forma de ir a Bremen, desde Hamburgo, es por tren. Nosotros habíamos comprado los billetes de tren, i/v online, en la pagina de la compañía alemana de trenes, Deutsche Bahn. La ciudad cuenta con más de 1.200 años de tradición e historia aunque no es mencionado en escritos hasta el 782 dc, de origen sajón cayó bajo el imperio de Carlomangno. Perteneció a la liga Hanseática lo cual hizo que prosperara, tanto mercantil como culturalmente. Aunque siempre mantuvo una posición neutral fue zarandeada por los diversos conflictos europeos. Bañada por el río Weser que le ha permitido expandirse hasta el mar y construir el puerto de Bremerhaven, situado 65 km al norte, con el que consiguen ampliar sus relaciones comerciales por el mar Báltico.
Nuestra visita comenzó en la magnifica estación central de Bremen, la Hauptbahnhof Bremenun, edificio de ladrillo rojo y esculturas en piedra, originario de 1886, aunque ha sido remodelado y restaurado en varias ocasiones.
Desde la estación hay un paseo de unos 10 minutos hasta el casco histórico o Altstadt. Nuestra primera parada es en el puente Herdentor, desde donde podemos ver el famoso Molino de Bremen, Muhle am wall, antiguamente estaba protegido por murallas y fosos, pero en la actualidad se encuentra rodeado por el parque Wallanlagen.
Continuamos hasta la calle Sögerstrasse (calle de los cerdos), donde encontramos los cerdos de Bremen, unas curiosas estatuas en bronce de cerdos y un pastor que recuerdan a los pastores que bajaban a la Marktplatz para vender a los animales.
A pocos pasos llegamos a la plaza más importante de la ciudad, y el principal punto de interés de la ciudad, la Marktplatz, esta enorme plaza fue en su día el mercado más importante de la ciudad y a su alrededor se fueron construyendo los edificios más significativos como el Ayuntamiento, la estatua de Rolando, las fachadas del lado Oeste, la Catedral de San Petri, la Cámara de Comercio, los músicos de Bremen y la Casa de la Ciudadanía. Además en esta época acoge uno de los mercadillos navideños más bonitos que hemos disfrutado en Alemania.
El Ayuntamiento o Bremen Rathaus, fue construido de 1405 a 1410, en estilo gótico. Es la sede del Senado y del alcalde de la ciudad. El edificio tiene dos plantas y varias salas, algunas de las cuales se usan para conciertos y eventos. Destaca la cámara dorada, Güldenkammer y la bodega, Ratskeller, actualmente ocupada por un restaurante. La magnifica fachada es de estilo renacentista de 1600. Las visitas guiadas se reservan en la la Oficina de Turismo de Bremen.
Mirando de frente al ayuntamiento encontramos la estatua de piedra caliza de Rolando, apoyada en un pedestal y cubierta por un baldaquino, data del año 1404, en sustitución de una anterior en madera que fue quemada. Representa al caballero Rolando sosteniendo la espada Durandarte, símbolo de la justicia, y el escudo con el águila imperial bicéfala, símbolo de la libertad y los derechos de autonomía de la ciudad concedida por el Emperador Carlomagno.
En la fachada izquierda del ayuntamiento, se erige desde 1953 la estatua en bronce de los Músicos de Bremen (Gerhard Marcks), seguramente el lugar más fotografiado y nuevo símbolo de la ciudad. Es un homenaje al popular cuento de hadas de los hermanos Grimm, según la historia, un burro, un perro, un gato y un gallo emprendieron un viaje a Bremen en busca de una vida mejor. La tradición dice que si se le tocan las pezuñas al asno y se pide un deseo, este se cumplirá.
Sin embargo, el lugar más curioso es una de las alcantarillas de la plaza, el Bremer Loch, como a 5 m de la fachada frontal derecha del ayuntamiento en dirección sur. En ella has de introducir una moneda para oír cantar a los animales músicos.
Hay un tranvía histórico que hace un recorrido de 2 horas por los lugares más interesantes de la ciudad. Parte de la estación central de trenes, el puerto o Überseestadt , el centro de la ciudad, el animado distrito de Ostertor y el distrito Horn-Lehe.
Frente a la fachada izquierda del ayuntamiento encontramos la iglesia evangelista de Nuestra Señora (Unser Lieben Frauen), la más antigua de la ciudad, ya que data del siglo XI. Construida en estilo gótico consta de tres naves interiores y dos torres en su exterior.. Destacan sus vidrieras, que representan escenas bíblicas.
El lado oeste de la Marktplatz está cerrado por tres edificios de estilo renacentista conocidas por el nombre de Fachadas del lado Oeste y que albergaban la Caja de Ahorros (1755), la Farmacia del Ayuntamiento (1595) y la antigua Casa de Alemania.
En el lado sur de la plaza y frente al ayuntamiento se levanta el Schütting, un edificio reconstruido tras los bombardeos de la II GM, del original del siglo XVI en estilo renacentista de Flandes. Hoy es la sede de la Cámara de Comercio.
En el angulo derecho de la plaza mirando al ayuntamiento de frente se erige vertiginosamente hacia al cielo, desafiando las leyes de la gravedad la Catedral de San Pedro (St. Petri Dom), construida en ladrillo en el siglo XI, en estilo románico y posteriormente reformada en el siglo XIII en estilo gótico.
La iglesia es de planta rectangular consta de tres naves con varias capillas anexas mientras que la fachada es de doble torre elevándose hasta los 99 m. La parte más interesante del edificio son las dos criptas subterráneas donde hay más de 90 tumbas de obispos y arzobispos alguno de los cuales está perfectamente momificado debido a las especiales características de la topografía, se pueden visitar en una sala anexa dispuesta debajo de la nave central. También es posible ascender (previo pago) hasta una de las torres desde donde se tienen unas impresionantes vistas de toda la ciudad. La catedral de hoy cuenta con cinco órganos en diferentes partes de la catedral y continúa la larga tradición de los grandes órganos y organistas
Volvemos a la Marktplatz para visitar la calle de los Toneleros (Bottcherstrasse), antigua calle que usaban los marineros para dirigirse hacia el río Weser para embarcar. En la entrada a la calle hay un relieve dorado, con la imagen de San Jorge luchando contra el dragón. Esta calle fue reconstruida en la década de los años 20 por iniciativa del comerciante de café Ludwig Roselius, al que se le atribuye invento del café descafeinado. En esta calle de apenas 100 m destacan los edificios construidos en ladrillos, repleta de tiendas de souvenirs, restaurante y boutiques. En ella se encuentra el Museo Ludwig Roselius, que exhibe sus colecciones, precedido por un patio modernista con guiños a Gaudí.
Pero el lugar más visitado está en una pequeña placeta, llamada Plaza de San Pedro. Aquí se aglomera la gente para observar cada hora en punto (de 12-18 h) las evoluciones del Carrillón de porcelana de Meissen (1926). La melodía que surge de las 30 campanas de porcelana se acompaña por el automatismo de un panel giratorio situado en la fachada que muestra en 10 tablones de madera tallada a los intrépidos aventureros que cruzaron el Atlántico rumbo a América.
Por último, deambulamos por Schnoor, el barrio más antiguo de Bremen; de origen hanseático con sus estrechas casas de colores de los siglos XV y XVI y sus coquetas calles adoquinadas. Hoy en día el barrio se ha convertido en lugar de artistas y bohemios, y está repleto de pequeñas tiendas y restaurantes. Perdernos paseando por sus tranquilas calles fue un broche fantástico para terminar nuestra escapada de fin de semana.
Aunque todavía nos quedaba regresar a Hamburgo y tomar el vuelo hasta Tenerife pero íbamos felices de haber pasado un par de días increíbles en estas dos ciudades alemanas y además en Navidad.
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