Burdeos, capital de la región de Aquitania, conocida como Puerto de la Luna, por la forma de media luna que forma el río Garona a su paso por la ciudad o la Ciudad Blanca, por el color de la piedra calcárea porosa de sus fachadas. Ligada inexcusablemente a la cultura del vino y a una gastronomía exquisita, termina por enamorarte su bien cuidado casco antiguo con encantadoras calles peatonales y pequeñas plazas con encanto.

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Quien primero te recibe es el Garona, inmenso, caudaloso, pero de fluir tranquilo, da paz y sosiego. Aunque de nacimiento español (Pirineos) sus aguas riegan dos regiones —Occitania y Nueva Aquitania— y permite que los barcos oceánicos alcancen el puerto de Burdeos o Puerto de la Luna,  nombre popular otorgado por la forma de croissant que presenta el meandro del estuario marítimo a su paso por la ciudad. 

Comenzamos nuestro foot tour por el Puente de Piedra, que salva el río Garona. Construido por orden de Napoleón, consta de 17 arcos, uno por cada letra de su nombre (Napoleón Bonaparte). Junto enfrente se levanta la Puerta de Bourgogne, del s. XVIII de escasa decoración y gran sobriedad marca la entrada a la ciudad. Continuamos paseando por la ribera del río hasta llegar a la Porte Cailhaude estilo gótico-renacentista es un vestigio de las antiguas murallas que nos recuerda la estampa de un pequeño castillo medieval. Construida en 1494 en honor al rey Carlos VII, del cual se conserva una escultura en la fachada.

El río fluye a nuestra derecha con placidez, como una ilusión óptica, un espejo líquido se extiende ante nosotros y la gente toma fotos como si de Jesucristo caminando por encima de las aguas se tratase. Estamos en el Espejo del Agua construido en 2006. Un conjunto de surtidores que propulsan chorros de vapor de agua, y consiguen un efecto de neblina y que en el agua se reflejen los edificios de la plaza: el antiguo Palacio de la Bolsa (en la actualidad, la Cámara de Comercio), y la Aduana (en la actualidad alberga el Museo Nacional de Aduanas). En el centro de la plaza se eleva la Fuente de las Tres Gracias que sustituyó en 1869 a la estatua de Napoleón.

Cruzando la Place du Parlament nos adentramos en el Vieux Bordeaux (Viejo Burdeos). Entramos en el barrio de Saint Pierre, corazón histórico de la ciudad, sus callejuelas y edificios rezuman todavía el ajetreo de las mercancías del cercano muelle. El nombre de sus calles es fiel testigo de los oficios que en ellas se desarrollaban y que dieron lugar a esos gremios; Rue des Argentiers (los orfebres), la Rue des Bahutiers (comerciantes de baúles), la Rue du Chai des Farines (almacenes de cereales). El barrio medieval se rehabilitó en el s. XVIII, lo que explica que la arquitectura sea muy similar, la mayoría de los edificios están decorados con molduras, mascarones,  balcones de piedra o de hierro forjado, grandes ventanales, etc…

Llegamos a la Place de Saint Pierre, cuya iglesia se edificó en el s. XV, presenta un pórtico de estilo gótico flamígero. Continuamos hacia la place Camille Julian, repleta de terrazas, y donde se halla el Utopia, el único cine construido dentro de una antigua iglesia.  Nos llamó la atención una exposición al aire libre de figuras humanas, del artista barcelonés,  Jaume Plensa, cuyas obras ocupan los lugares más emblemáticos de la ciudad.

La rue des Trois-Conils, nos acerca a la Catedral de Saint André, aunque de origen románico el estilo que predomina es el gótico. Construida entre los siglos XII y XV, fue concebida con una planta de cruz latina y una nave única de 124 metros de longitud. El campanario, llamado la torre Pey-Berland está separado de la nave principal, se construyó en el siglo XV es cuadrangular y en su cúspide se halla la estatua de la Notre-Dame de Aquitania. En la misma plaza donde está la catedral se encuentra el Ayuntamiento de Burdeos, que ocupa el Palacio Rohan, construido en el siglo XVIII como palacio episcopal y que además incluye también el museo de bellas artes.

Nos dirigimos hacia la Place Gambetta, en esta plaza se situó la guillotina. En una esquina se levanta la Puerta Dijeaux , de estilo neoclásico levantada en el siglo XVIII y que da entrada a la concurrida cours de l’Intendance donde se levanta el Instituto Cervantes, en la antigua casa donde vivió sus últimos días el pintor Francisco de Goya. Al fondo de la rue Voltaire destaca el inmenso centro comercial Les Grands Hommes, ubicado en el centro de la plaza circular de idéntico nombre.

La cours de l’Intendance termina en la animada Plaza de la Comedia, a su izquierda se levanta el Gran Teatro, actualmente la ópera de Burdeos,  de estilo neoclásico adornado por majestuosas columnas corintias que sostienen un frontiscipio con 12 estatuas: las nueve musas y las diosas Juno, Venus y Minerva. Su interior está construido completamente en madera y fue diseñado por el arquitecto francés, Victor Louis y encargado por el Duque de Richeliue en siglo XVIII.  A la derecha se encuentra el lujoso Gran Hotel de Burdeos cuya cocina está bajo la dirección de chef Gordon Ramsey.

Y llegamos a la Explanade des Quinconces, con el histórico Monumento a los Girondinos al fondo. Ante nosotros se abre la plaza más grande de Europa y uno de los símbolos de la revolución francesa, compuesto por una gran fuente y una columna en la que se encuentra la Liberté rompiendo sus cadenas representando el espíritu de la libertad.

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En la plaza se puede tomar el tranvía, línea B roja que nos llevará hasta la Ciudad del Vino (La Cité du Vin), que abrió sus puertas en junio de 2016 y es un espacio dedicado al vino y a su producción en todo el mundo. El museo recuerda al Guggenheim de Bilbao con una estructura de cristal y aluminio con forma de decantador gigante. En su interior, más de 3.000 metros cuadrados ofrecen al visitante una experiencia única e interactiva para los cinco sentidos. Algunas de sus estancias son gratuitas y otras de pago (20€/pp), donde te ofrecen un tour guiado en 10 idiomas y acceso al Belvedere, un balcón al cielo bordelés donde se realiza una cata con vistas a la ciudad. 

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Nuevamente tomamos el tranvía, la linea C, morada que nos llevará hasta la parada Saint-Michel. Entramos en el barrio más variopinto de Burdeos, es el barrio de los inmigrantes. Aquí se mezclan tiendas y restaurantes de multitud de países, puedes comer hindú, africano, árabe pero todo gira alrededor de la plaza, donde se organiza un especie de rastrillo y a la sombra de la Basílica de Saint Michel.  Construida entre los siglos XIV al XVI, es característica del estilo gótico flamígero, mientras el campanario se encuentra separado de iglesia, lo denominan “La Flèche” y con sus 114 metros es el más alto de Francia.

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No podíamos irnos de Burdeos sin ver la Puerta de la Grosse Cloche (gran campana), la torre campanario del siglo XV adosada a la iglesia de San Eloy, era el antiguo ayuntamiento medieval. En ella destaca su campanario y su precioso reloj astronómico del siglo XVIII. 

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Sin duda es una ciudad que necesita más de un día, que es lo que pudimos dedicarle, pero volveremos para terminar nuestra visita al País Vasco Francés y a los pueblos vinícolas de Burdeos y por supuesto una paradita en Arcachon para volver a alcanzar el clímax gastronómico con la degustación de sus ostras.