Ancora in Napoli. Mil monumentos, mil iglesias, mil rincones. La amas o la odias. Calles estrechas de edificios infinitos, ropa tendida de lado a lado, gritos y vespas a toda velocidad sorteando al gentío que ocupa las calles principales. Bares, terrazas y cafés, olores a pizzas recién horneadas, la historia se lee en sus piedras enmohecidas, en los  adoquines milenarios, en los gritos de ventana a ventana, en los patios y escaleras de los viejos caserones y a lo lejos, el omnipresente Vesubio, cuya sombra alargada se cierne como amenaza.

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Nuestro B&B Taggard, estaba muy bien situado a pocos metros del Barrio Español en la via Toledo. Disfrutamos en su terraza de un magnifico desayuno con vistas al Vesubio. Habíamos dejado el coche en un parking cercano. Éste es uno de los dos graves problemas de Nápoles, el aparcamiento y la circulación caótica pero que a los napolitanos parece no afectarles, desenfadados, alegres, chillones, supersticiosos, religiosos, amables hasta el grado de acompañarte hasta el lugar por el que preguntas. Decidimos dedicarle a Nápoles un recorrido de día y medio.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Nuestra visita comenzó en la Piazza Gesù Nuovo, con el Obelisco a la Virgen de la Inmaculada, en su centro, rodeado de palazzos y en el extremo la Iglesia de Gesù Nuovo o de la Trinità Maggiore, antiguo Palazzo Sanseverino, del s. XV, reformado por los jesuitas, solo se salvó su fachada almohadillada en puro estilo barroco napolitano y el portal de mármol renacentista.

En su interior, de cruz griega destaca su cúpula y cinco capillas a cada lado, alberga una de las mayores colecciones de pintura y escultura barroca.

 

 

 

 

 

 

 

 

Frente a ella se levanta  la Basílica de Santa Clara, la iglesia más grande de estilo gótico de la ciudad,​ alberga el sepulcro oficial de los Borbones. La fachada tiene una estructura a dos aguas y está precedida por un pronaos con tres arcos ojivales, en la parte superior central se encuentra un rosetón. Al lado izquierdo, se levanta el campanario, de forma cuadrada y dividido en tres ordenes separados por cornisas de mármol. 

El interior lo forma una sola nave rectangular, sin adornos y sin crucero, con diez capillas a cada lado coronada ventanas de tribuna de forma continuada.

 

 

 

 

 

 

 

 

Para acceder a la entrada del Monasterio de Santa Clara (4,5 €/pp), hay que bajar por via  Sta Chiara, construido a principios del s. XIV sobre un complejo de baños romanos. Se puede visitar el yacimiento arqueológico, el Museo dell’Opera, donde veremos una galería fotográfica de la obras de reconstrucción después de los bombardeos de la II GM y restos de algunos frescos de Giotto. Hay otras estancias a las que no se puede acceder como la biblioteca, varias salas monásticas (incluyendo un refectorio, la sala María Cristina, la sala capitular y las cocinas) y la iglesia de la Clarisse ( antiguo refectorio de los Frailes Menores). 

Sin embargo de los cuatro claustros monumentales solo se puede acceder al Claustro de la Mayólica, diseñado en 1742 por el arquitecto Domenico Antonio Vaccaro con dos paseos con forma de cruz griega, conformados por 72 pilares octogonales adornados con paneles de azulejos, entre los que se sitúan asientos también recubiertos con paneles de azulejos pintados a mano, que poseen decoraciones vegetales y escenas dibujadas por Donato y Giuseppe Massa. Las paredes que rodean al jardín de naranjos, vides y demás plantas olorosas están cubiertas por frescos de temática religiosa.

Volvemos a la plaza donde comienza la vía Spaccanapoli, que significa rompe Nápoles, ya que divide en dos el centro histórico, llega a tener hasta siete nombres según el tramo en el que nos encontremos. La construyeron los griegos alrededor del  580 a.C.. Siguiendo por ella, llegamos hasta la Iglesia de San Dominico Maggiore. Se puede acceder por su escalinata o por una puerta a nivel de la plaza. Construida en el s. XIII en estilo gótico, con tres nave, capillas laterales, amplio transepto y ábside poligonal, alberga numerosas tumbas aragonesas.

 

 

 

 

 

 

 

 

Delante de la iglesia, en la plaza a parte de los restaurantes y cafés, dónde ver y ser visto, y tomarte un aperitivi (pagas un vino o un cóctel y te ofrecen una degustación gratis de ensaladas, pizza, mozzarella frita o arancini, las populares bolas de arroz), o el famoso spritz (un cocktail con proseco, aperol y soda). En medio de la piazza se levanta otro gran obelisco, el Obelisco de San Dominico Maggiore que, en su parte inferior, tiene una sirena esculpida, es Parténope, la sirena a cuyo canto se resistió Ulises amarrado al mástil de su barco.

 

 

 

 

 

 

 

 

Ahora giramos en via Santis Francesco y luego en via Raimondo di Sangro, llegamos al Museo Capella Sansevero (7 €/pp). Tras una fachada simple se abre un a sola nave con un altar al fondo que te deja sin respiración. La capilla es un proyecto iconográfico ideado y diseñado por Raimondo di Sangro, príncipe y Gran Maestre, sobre pilares y entre hornacinas que contienen los restos de los miembros de la familia se levanta un conjunto de 10 estatuas denominado las «Virtudes» y en el centro el Cristo Velado, una escultura de mármol realizada por Giuseppe Sanmartino célebre por las transparencias del velo de mármol que envuelve la figura de Cristo muerto. Un arco nos lleva a la sala subterránea donde se exponen las máquinas anatómicas, dos cuerpos humanos totalmente descarnados en los que es posible observar de forma detallada en sistema circulatorio interno.

 

 

 

 

 

 

 

 

Todavía turbados por lo que acabábamos de contemplar giramos al final de la via Sanctis, por la via Nilo, hasta llegar nuevamente a la vía Spaccanapoli, que aquí recibe el nombre de via San Biagio dei Librai. Nos recibe una estatua del Dios del Nilo, una escultura en mármol de época romana, s II-III, el dios está sentado sobre las olas del río portando una cornucopia en su mano derecha, adornada con flores, símbolo de la fertilidad del río egipcio, mientras su brazo izquierdo descansa sobre una esfinge. Frente a ella, el bar Nilo, una parada obligada para los seguidores de Maradona, un altar en honor al astro argentino.

 

 

 

 

 

 

 

 

Seguimos caminando por esta vía estrecha, bulliciosa, repleta de palazzos, iglesias de distintas facturas, tiendas, bares, restaurantes, en algunos tramos asfixiante y caótica, pero muy real, hasta llegar a la esquina con la via San Gregorio Armeno, sabrás que has llegado porque está completamente dedicada a los belenes, además durante todo el año, grandes, pequeños, en minuatura, todo tipo de adornos de Navidad. También los famosos cuernos rojos, cornettos napolitanos o cornettos portafortuna, según la creencia napolitana, protegen del mal de ojo, pero te lo tienen que regalar. Habíamos leído que tenían figuras de todos los personajes famosos del Mundo pero lo que nos sorprendió fue ver los rollos de papel higiénico con la cara de Rajoy, Trump, etc…

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Al final de la calle giramos a la derecha en la via dei Tribunali, otra de las arterias principales del centro histórico, girando a la izquierda en la via del Duomo, llegaremos al Duomo, la Catedral de Nápoles o de Santa María de la Asunción que es el santuario más importante de la ciudad. Construida en el s. XIII, a pasado por varias etapas de construcción en diferentes estilos, gótico, barroco, etc.. La fachada neogótica presenta tres portales y tres cúspides con algunas esculturas laterales elaboradas en mármol.

El interior se divide en tres naves separadas por ocho pilares consecutivos a cada lado. Pero tanto su altar mayor como el órgano pasan desapercibidos por el esplendor de la Capilla del Tesoro, de estilo barroco,donde se guarda la estatua de plata del busto de San Gennaro y otras 51 estatuas de plata, así como otros donaciones de los ricos devotos.  También se guarda las cápsulas que contienen la sangre del santo y que cada 19 de septiembre, aniversario de la muerte del santo, la sangre se licúa, «milagro» que atrae miles de fieles anualmente. Tras la licuación de la sangre tiene lugar la procesión por las calles de Nápoles.

Desde la nave izquierda de la catedral se puede acceder a la Basílica de Santa Restituta, construida en el s. IV por la voluntad de Constantino I, es la basílica paleocristiana más antigua de Nápoles, toma el nombre en memoria de la virgen africana y mártir, Restituta. El interior da la sensación de espacio abierto y brillante a pesar del exuberante  estilo barroco, el piso está salpicado de numerosas lápidas de diferentes épocas, el techo está decorado con un magnífico fresco de Luca Giordano.

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Regresamos a la via Tribunali, para visitar la iglesia Pio Monte Misericordia,  que alberga una de las obras más famosas de Caravaggio, “Las siete obras de la misericordia”, pero estaba cerrada. Pero visitamos otro monumento de Nápoles la Pizzeria Antonio e Gigi Sorbillo, después de casi 40 min de espera conseguimos probar uno de los manjares más famosos de la ciudad, la pizza napolitana.

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A pocos metros se encuentra la entrada a Napoli Sotterranea, que te introduce en el subsuelo de la ciudad pero no disponíamos de más tiempo.

 

 

 

 

 

 

 

 

Decidimos pasar la tarde terminando de visitar el centro histórico,  nos acercamos hasta la piazza Bellini, donde disfrutamos de un delicioso café en una de sus terrazas, recibe el nombre de la estatua de Vincenzo Bellini situada en el centro de la plaza. También se pueden ver unos restos de las paredes de la Neapolis griega. Al ser una zona cercana a varias Universidades había muchos estudiantes. Continuamos cruzando por la Port’Alba, una puerta del s. XVII construida por el Duque de Alba,  Antonio Álvarez de Toledo que permite el acceso a la homónima via Por’Alba, conocida por sus numerosas librerías y a la Piazza Dante.

 

 

 

 

 

 

 

 

La Piazza Dante se diseño en honor a Carlos III, con un edificio «Foro Carolino» en hemiciclo con dos alas curvas y en su parte alta veintiséis estatuas que representan las virtudes, posteriormente se le añadió un reloj. Frente al edificio se levantó una estatua  de Dante Alighieri. La plaza esta rodeada de palacios e iglesias y recientemente se ha incluido una parada de metro. Hacia el oeste comienza la via Toledo, la calle comercial de la ciudad; hacia el norte, Montesanto, que lleva al Barrio Español y al mercado Pignasecca.

 

 

 

 

 

 

 

 

Atardecía y decidimos subir al Barrio de Vomero, una de las colinas de Nápoles, para ello tomamos el funicular de Montesanto (2 €/pp), que en dos paradas te deja en lo alto. A unos cientos de metros nos encontramos las dos atracciones del lugar el Castel Sant’Elmo y la Certosa di San Martino, nosotros nos dirigimos a el Belvedere de San Martino, un mirador sobre la ciudad de Nápoles, su bahía y al fondo el Vesubio.

 

 

 

 

 

 

 

 

De vuelta al Funicular tomamos la via Portamedina hasta la Piazza Pignaseca, donde encontraremos los puestos de pescado, fruterías y tiendas más variadas de la ciudad.  Estamos en el corazón del Barrio Español o Quartieri Spagnoli, surgió en torno al siglo XVI, durante la dominación española de Nápoles, con el objetivo de acoger las guarniciones militares españolas. El barrio siempre ha tenido mala fama, las estrechas callejuelas, con escaleras empinadas y ropas tendidas dan una idea de la vida napolitana en esta zona, destacan los pequeños comercios. Vale la pena darse una vuelta por las calles comenzando por la via Pignaseca.

 

 

 

 

 

 

 

 

Al día siguiente comenzamos nuestra visita bajando por la via Toledo, en memoria de Pedro Alvarez de Toledo, virrey de Nápoles a mediados del siglo XVI , calle comercial donde se ubican las grandes marcas. Llegamos a las Galerías Umberto I,  un edificio formado por dos arcadas perpendiculares con bóveda de vidrio que se cruzan formando un octágono. La fachada principal esta en la via  San Carlo, frente al teatro homónimo, presenta una estructura curva con un pórtico rodeado por columnas y esculturas en dos pisos.

 

 

 

 

 

 

 

 

A la izquierda de esta vía se ve el Castell Nuovo o Maschio  Angioino, Torreón angevino, mandado a construir en el s. XIII por Carlos de Anjou, solo nos acercamos para ver la fachada, que se encuentra entre dos torres y está formada por un imponente arco triunfal en mármol blanco, construido en 1470, para conmemorar la entrada de Alfonso V de Aragón en Nápoles en 1443.  También destacan las dos puertas simétricas, de grandes dimensiones, forradas en bronce y cubierta por bajorrelieves con escenas que relatan épicamente las guerras mantenidas por la casa de Anjou.

Volvemos sobre nuestro pasos pasando por delante del teatro San Carlo,  es el  teatro de ópera más antiguo que está en activo desde 1737. 

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Nos dirigimos hacia la Plaza de Trieste y Trentoen su centro se levanta la Fontana dei Carciofo y es desde donde parte la vía Toledo y empieza el Barrio Español

 

 

 

 

 

 

 

 

Ante nuestro ojos se abre una plaza monumental, la  Plaza del Plesbicito, a un lado se encuentra la Basílica de San Francisco de Paula, en frentado a ella el Palacio Real y en el eje transversal el Palacio de la Prefactura y el Palacio Salerno y en la explanada delante de la iglesia se encuentran las estatuas ecuestres de Carlos III y de su hijo Fernando I. Una leyenda cuenta que se daba la gracia al prisionero que atravesando la plaza con los ojos vendados lograra pasar por las dos estatuas. Hoy en día se ve algún turista intentarlo sin éxito. 

La Basílica de San Francisco de Paula, se construyó 1824 por orden de Fernado I, en estilo neoclasico, recuerda al Pateon de Roma, pero la fachada esta precedida por un pronao con seis columnas y dos pilares de orden jónico. En el interior destaca la cúpula sostenida por 34 columnas de orden corintio. 

 

 

 

 

 

 

 

 

En frente se levanta el Palacio Real, en cuya fachada nos encontramos a los principales reyes de la familia de los Borbones que reinaron en Nápoles. Este palacio ha sido desde 1600 la residencia histórica de los dirigentes de Nápoles, primero los virreyes españoles y luego de la dinastía borbónica, actualmente sede de la Biblioteca Nacional

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Seguimos caminando en dirección a Lungomare, el paseo marítimo de la ciudad, para disfrutar de la silueta de un castillo que se recorta con el sol del mediodia, es el Castell Dell´Ovo, el castillo más antiguo de la ciudad,  situado sobre el islote de Megaris y construido por los normandos en el s. XII. Su nombre, en español, sería Castillo del Huevo. Cuenta la leyenda que el poeta Virgilio escondió un huevo mágico en los cimientos del mismo y que si alguien lo encontrase, el castillo se derrumbaría.

Decimos chao, arrivederci, grazie, ci vediamo presto…y continuamos nuestro periplo hacia la isla de Capri