Este diciembre de 2016 tuvimos la suerte del viajero, planear un viaje a Polonia entrando por Varsovia y saliendo por Cracovia, pero Ryanair por climatología adversa en TFN, nos desvió a TFS y por problemas técnicos perdimos el enlace de Madrid-Varsovia, pero Ryanair nos ubicó en un vuelo a Wroclaw a más de 300 km de la capital polaca. Decidimos como bregados viajeros que somos (risas) aceptar la situación y sacarle partido. Cambiamos la recogida del coche en Rentalcar y cancelamos el apartamento con Booking y nos alojamos en el Hotel Monopol de Wroclaw.
Habíamos leído que Polonia; situada en la Europa centro-oriental tiene frontera con Alemania, República Checa, Eslovaquia, Ucrania, Bielorrusia, Lituania y Rusia, durante sus más de mil años de existencia, al estado polaco le han modificado sus fronteras, ha participado en varias guerras y ha experimentado momentos de florecimiento y de ocaso. A pesar de ello, los polacos mantuvieron su identidad nacional cuidando su lengua y sus tradiciones. Poetas, escritores, músicos, pintores y escultores intentaban subrayar, siempre que podían, sus raíces polacas.
La Wikipedia dice de Wroclaw, Breslavia o Breslau (nombre alemán) que:
“Wroclaw, situada al sudoeste de Polonia, es la capital económica, cultural e intelectual de la Baja Silesia. Edificada a los pies de los Sudetes y a orillas del río Oder, con su entramado de canales y afluentes tributarios, se expande por doce islas unidas por 120 puentes que engarzan la población confiriéndole una paradójica personalidad insular”
“Ninguna otra ciudad europea experimentó una ruptura tan radical en su historia como Breslau tras la II Guerra Mundial. En sólo tres años, toda la población alemana fue expulsada a Alemania Occidental y Oriental, y el gobierno polaco instaló en la ciudad abandonada a personas procedentes de Lemberg (la actual Lvov, en Ucrania) y del este y el centro de Polonia.”
Con estas ideas en la cabeza comenzamos nuestro paseo por Worclaw, nuestro hotel estaba situado en el interior de la Ciudad Vieja o Stare Miastro, en frente a la Opera de estilo neoclásico y en la ulica Swidnicka, la calle peatonal, la de las tiendas caras y en estas fechas adornada con casetas de todo tipo de mercancías de Navidad, que nos lleva directamente al Rynek o Plaza del Mercado.
La plaza del mercado o Rynek es el corazón de la ciudad, de unas dimensiones descomunales, 173 por 208 metros, fue reconstruida tras la invasión tártara en el s. XIII. Está rodeada por hermosas casas de estilos: renacentista, gótico y barroco. Las que llaman más la atención según la guía del país, la casa de Hansel y Gretel o la casa de los grifos, con animales en la fachada superior y un magnifico pórtico.
El centro de la plaza lo ocupa el Ratusz o Ayuntamiento un edificio gótico de gran belleza en el cual destaca la fachada oriental de 1500, la fachada meridional y la torre del año 1559. El edificio fue construido a principios del siglo XIV con sucesivas ampliaciones, hasta el XVI, época en la que fue decorado con esculturas de piedra.
Hay algo que te llama la atención, pequeñas figuritas, de enanos, con diferentes oficios o posiciones, en esquinas, alfeizares, sasjuanes, por toda la ciudad como más adelante comprobaríamos, al final se convirtió en una caza fotográfica de los dichosos enanos (risas). Recurrimos a la guía para saber el porqué; aunque hay varías leyendas la más plausible parece ser que desde 2001 las autoridades pusieron la primera figura de ‘Papá Enano’ como conmemoración a la ‘Alternativa Naranja’, que fue un movimiento social que nació en 1981 como protesta al régimen comunista. El símbolo del movimiento era un gnomo con un sombrero naranja y una flor.
Grandes paneles informativos te proponen distintas rutas por la ciudad, así que seguimos la ruta roja con alguna variante, tomamos dirección suroeste hasta otra plaza, la Plac Solny o Plaza de la Sal, formada por edificios renacentistas y neogóticos. En el centro de la plaza destacan los puestos donde se venden flores, así que también la denominan la plaza de las flores, destaca el edifico de la bolsa.
Si tomas la ulica Kieltbasnicza, se llega a la Iglesia San Isabel, de estilo gótico, construida entre los s. XIV-XV. Con una única nave basilical, crucero y ábside de tres naves, altar mayor barroco y púlpito en piedra. En su exterior destaca un arco que da entrada al recinto.
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Saliendo de la iglesia la ruta nos lleva por ulica Kuznicza, hasta llegar a La Universidad, que fue fundada en el año 1505 por Luis IV Jaguelón, rey de Bohemia y Hungría. Al principio funcionaba como colegio de los jesuitas, pero la oposición ejercida por Cracovia y el Papa de Roma consiguieron que no les fuera concedido el permiso para ejercer como universidad hasta 1702. El edificio destaca por una impresionante fachada de 171 metros. Es uno de los más valiosos monumentos de tipo barroco de Polonia. En el interior, en el primer piso se encuentra la joya de todo el conjunto: el aula leopoldina, con un bello pórtico de estilo barroco, realizada por Mangold. Si continuamos veremos una hermosa fuente con un joven desnudo con espadín, dicen que fue un estudiante que lo perdió todo al juego. En frente de la Universidad vemos el Museo Contemporáneo y la Iglesia del Nombre de Jesús de estilo barroco.
Seguimos nuestro camino ahora por la ulika Nankiera, encontramos la iglesia de San Matías, gótica del s. XII, tiene un aire inglés. Continuamos y llegamos a la plaza del mismo nombre que la calle y nos encontramos con varias iglesias, la primera es la de Santa Clara, del s.XIII que se uso como mausoleo de los príncipes de Piest y alberga tumbas ducales. La pequeña capilla barroca de los Hochberg , está adosada a la iglesia gótica de San Vicente que es tras la catedral, el segundo templo más grande de la ciudad.
Frente a estas iglesias se levanta el mercado central, Hala Targowa, edificio de 1908, ya había cerrado sus puertas a nuestra llegada y como teníamos hambre, entramos en un bar que está en los bajos de la torre del mercado, el Craft Beer and Food, donde descansamos y saboreamos las cervezas artesanales de la zona y los guisos típicos.
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Cruzando el puente Most Piaskowy, se accede a la Isla de la Arena o Wyspa Piasek. Situada en la parte central del curso del río Odra u Oder, desde el s. XII, este pequeño banco de arena siempre ha sido emplazamiento de algún tipo de construcción. Según cuenta la leyenda en esta isla y en la de Ostrów Tumki, fue donde el conde Vratislav de Bohemia fundó la ciudad en el s. IX.
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En la Isla de la Arena está situada la Iglesia de Santa María de la Arena, reconstruida en estilo gótico en el s. XIV. En su interior, destacan las elevadas bóvedas de bellas claves, el tímpano de la iglesia románica y la pila bautismal románica.
Para acceder a la isla Ostrów Tumki, se ha de cruzar este precioso puente de hierro, de nombre Most Tumski, construido en 1889. Actualmente es el más famoso de todos los puentes de la ciudad, ya que se ha convertido en el puente de los enamorados, miles de candados lo adornan para refrendar su bucólico y romántico emplazamiento.
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Pasado el puente a la izquierda podemos ver el monumento San Juan Nepomuceno, 1732 y la Iglesia de la Santa Cruz, en estilo gótico, terminada en el año 1350, destaca su vertiginosa torre cuadrada que termina en una aguja pronunciada. No tuvimos ocasión de ver su interior porque estaba cerrada.
Al fondo de la ulika Katedralna destaca la impresionante Iglesia de San Juan Bautista y a la derecha el Palacio arzobispal en estilo neoclásico del 1792.
La Catedral de San Juan Bautista, es una mezcolanza de estilos, casi destruida por los alemanes que la convirtieron en arsenal, que estalló. Su reconstrucción entre 1946-51 le dio su aspecto actual. Posee una hermosa portada gótica con esculturas que da paso a un interior de tres largas naves sobre pilares y un estrecho crucero al que se abre un deambulatorio. Destacan dos capillas, una dedicada a la Virgen y la otra dedicada a Santa Isabel. El altar mayor del templo está decorado con un tríptico perteneciente al gótico tardío, de 1522.
Ya al salir de la Catedral comenzaba a oscurecer, aunque eran apenas la 17:00 horas. De repente ante nuestros ojos se produjo un espectáculo que no se debe perder nadie en el siglo XXI, ya que aquí se siguen encendiendo las lámparas de gas manualmente. Un señor tocado con sombrero y capa, con una vara en la mano, va encendiendo las farolas de forma mecánica y sistemática, en toda la isla. Te retrotraes a los cuentos de Charles Dickens, los relatos de la época Victoriana o los casos de Sherlock Holmes.
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