Nuestro último itinerario nos llevaría a conocer el norte de Sicilia visitando las ciudades de Taormina, Cefalú, Monreale y Cinisi donde descansaríamos para volar a Pisa y de allí a Tenerife. Teníamos programado visitar Savoca,el pueblo donde Francis Ford Coppola,  filmó algunas escenas del Padrino II, pero íbamos pillados de tiempo y no pudo ser.
La ciudad de Taormina se encuentra encaramada a una terraza del Monte Tauros, desde donde se disfruta de una de las vistas más bellas del mar Jónico. Fue conocida desde la década de los 40 como la costa rosa. Aquí se reunía la flor y nata de la “dolce vita”, escritores, artistas y personajes famosos se paseaban por sus bellos jardines con vistas al mediterráneo en fiestas sin fin. Escritores como Guy de Maupassant, Oscar Wilde, Goethe, Truman Capote o Tennessee Williams o actores y directores como Audrey Hepburn, Gary Grant o Woody Allen.

 

 

 

Nuestro anfitrión en el B&B Taormina alBacio, se desvivió por hacernos placentera nuestra visita, nos indicó el parking (14€) y los puntos más interesantes. Conseguimos un plano de la ciudad en el Palazzo Corvaja, actual sede de la oficina de turismo y antigua ubicación del 1er parlamento en 1410, una construcción del s.X dC, que incluye en sus estancias muestras temporales de arte y el Museo tradicional de las famosas marionetas sicilianas, o pupis. A su lado se levanta la Iglesia de Santa Caterina, construida en el s. XVII sobre los restos de un Odeón romano, un mini-teatro.

 

 

 

 

La ciudad tiene un trazado medieval con una calle principal, Corso Umberto I, que la atraviesa y dos puertas de acceso que formaron parte de una ciudad amurallada. Comenzamos la visita por la Porta Messina, llamada en sus inicios “Porta Ferdinanda” pues fue inaugurado por el rey Fernando IV de Borbón. A continuación giramos a la izquierda para dirigirnos a la Naumachie, las ruinas de una cisterna o gimnasio romano, realmente parecía un vertedero.

 

 

 

Lo verdaderamente interesante es el Teatro Griego, aunque lo que se puede ver actualmente es un teatro romano (el griego se reedificó en el s. II aC). El teatro consta de nueve secciones, y está rodeado por un doble pórtico. Originalmente tenía una capacidad para unos 5.000 espectadores y 109 metros de diámetro.

 

 

Todavía se mantienen en pie alguna de las columnas de orden corintio que se alzaban en el muro situado tras el escenario. Pero si en época romana se programaron lucha de gladiadores, actualmente acoge grandes obras de teatro, festivales de música y opera, etc.

 

 

 

 

Pero lo realmente espectacular son las vistas sobre la bahía Giardini-Naxos y el volcán Etna, aunque en los días que estuvimos siempre estuvo cubierto de nubes. Guy de Maupassant, dijo que sólo era un paisaje, “pero es un paisaje que resume en sí todo lo que hay en la tierra capaz de atraer la vista, la imaginación y el espíritu”.

 

 

A lo lejos, sobre nuestras cabezas, se alza el Castello Sarraceno en lo alto del Monte Tauro y muy cerca el pueblo de Castelmola, privilegiado por sus vistas y celebre por su vino de almendras.

 

 

Nos dedicamos a callejear, sin rumbo fijo, a perdernos por intrincados pasajes con empinadas escaleras que nos llevaron a jardines, donde  tomamos un aperitivo y una copa del buen vino de la zona, de la variedad Grillo, muy popular en Sicilia.

 

 

 

 

Si se continúa por el Corso Umberto I, se llega a la Piazza IX Aprile, centro de la vida de la ciudad. Tiene un magnífico mirador sobre la bahía y está rodeada de monumentos. En ella la ex-Iglesia de San Agostino de 1486 hace las veces de Biblioteca, y sobre una escalinata, la barroca Iglesia de San Giussepe. Sobre la porta di Mezzola torre dell’Orlogio, del s. XII.

 

 

 

 

Cruzándola nos adentramos en el barrio más antiguo de Taormina, el Borgo Medioevale, en el que las influencias árabes se hacen más patentes, con callejuelas estrechísimas que desembocan primero en la Iglesia de San Giovanni de Malta de 1533, en el Palacio Ciampoli, un edificio gótico-catalán de 1412, con ventanas geminadas que hace de Hotel; y más adelante en la Plaza del Duomo, la Catedral di San Nicolo o Duomo.

 

 

 

 

La catedral fortaleza, fue construida en 1400 y dedicada a San Nicolás de Bari. La fachada se caracteriza por las pequeñas almenas que la coronan, mientras que en la parte posterior se encuentra la torre del bastión sobre el que se colocaron las campanas en el s. XVIII. Posee un gran rosetón tallado inspirado en el Renacimiento. La pieza central de la plaza es una curiosa fuente barroca de 1635 coronada por un extraño centauro hembra de dos patas que lleva una corona y un cetro de elevación en la mano derecha y un globo en su izquierda.

 

 

 

 

Esta vía termina en la Porta Catania de 1440 y comienza la via del Gheto, parte del barrio judío. Almorzamos en la Grotta Azzurra, comimos muy bien pero demasiado caro.

 

 

 

 

Por la tarde tomamos una guagua que nos bajó a Isola Bella, una isla casi unida a tierra por una lengua de arena. Existe un funicular, aunque en estas fechas no funciona. Este lugar fue  residencia del rey Fernando I de las Dos Sicilias en 1800 y que hoy es considerado monumento de interés histórico.

 

 

La playa es prácticamente de guijarros pero en verano no queda ni un lugar libre. Todo el mundo quiere captar la misma instantánea que consiste en esperar a que las olas cubran el estrecho istmo de arena. En Taormina se organizan excursiones a las faldas del Etna de medio día pero no quisimos forzar el pie de Rosi, por si acaso. En todo momento el Etnanos fue esquivo y una gran nube lo cubría en su totalidad. Nos quedó pena de no visitar el pueblo de Savoca. Recorrimos el norte de Sicilia por una carretera interminable plagada de túneles. A lo lejos se veían las islas Eolias.

 

Finalmente llegamos a Cefalú, bajo la sombra de la Rocca, gran roca de piedra, con forma de cabeza, que da nombre a la ciudad y sobre cuyas laderas se construyó el antiguo templo pagano de la diosa Diana, único monumento pre-clásico en toda Sicilia.

 

 

 

 

Los signos y vestigios de la dominación normanda son tan numerosos que también es llamada la “ciudadela normanda”. Dejamos el coche y nos adentramos por la via Vittroio Emanuele, a pocos metros no encontramos con un lavadero medieval (lavatoio), cuyas pilas cavadas en la roca fueron utilizadas por las mujeres de Cefalú hasta hace poco tiempo.

 

 

 

 

A continuación dirigimos nuestros pasos hacia la Plaza del Duomo, donde se encuentra el antiguo Monasterio de Santa Caterina, actual ayuntamiento, la fachada del Palacio Episcopal, así como el palacio Piraino y la magnífica Catedral Normanda.

 

 

 

 

La Catedral, edificada durante el s. XII, se sitúa en lo alto con una inmensa escalinata. Dos torreones cuadrados le confieren un aire de castillo más que de iglesia.  La parte superior de la fachada contiene una doble serie de arcos ciegos con un enorme ventanal ojival en la parte inmediatamente inferior, y debajo un pórtico de tres arcos realizado posteriormente en el s. XV pensado para proteger de las inclemencias del tiempo el pórtico original, rico en detalles esculpidos en mármol blanco.

 

 

 

 

La Catedral está dedicada al Salvador y a la transfiguración de Jesús, construida en planta de cruz latina, tiene tres naves que se dividen entre sí a través de columnas de granito con base de mármol. Destaca sobre todo el techo de madera con vigas policromadas que refleja la influencia árabe que tiene la iglesia.Pero el protagonista absoluto son los mosaicos de estilo bizantino. La imagen del Cristo en el Pantocrátor está colocada en el ábside y es curiosa porque tiene el pelo rubio como los normandos, barba árabe y nariz griega.

 

 

 

 

Una vez terminada la visita, regresamos a la plaza y continuamos por el corso Ruggero, antiguo límite de la ciudad medieval, salteado de tiendas de suvenirs, como un campo de setas, hasta alcanzar el pequeño puerto pesquero con la Porta Pescara y la magnífica playa de arena dorada de Cefalú.

 

 

Nuevamente en carretera, dirección Palermo, tomamos el desvío hacia Monreale.Este pequeño pueblo de las afueras guarda uno de los tesoros más bellos que cabe esperar, la Catedral de Monreale,  denominada Santa María Nuova, construida por el rey Guillermo II de Normandía, en 1174, según se dice debido a un sueño que tuvo. El exterior de influencia árabe-normanda, presenta una decoración con arcos entrelazados, bandas y discos de diferentes colores. Destacan las puertas de bronce, divididas en paneles que están decoradas con escenas bíblicas, obra de Buonano de Pisa. La parte frontal, que delimita el pórtico esta partido por dos grandes torres, una cortada por un rayo.

 

 

 

 

En el ábside de la iglesia ocupando el lugar central se encuentra el mosaico con el Pantócrator de Cristo, que data de los s. XII-XIII. Debajo de él se hayan las figuras de la Virgen, arcángeles, querubines, santos, etc…En el interior de la catedral, los magníficos mosaicos con fondo de oro se distribuyen tanto por muros como por sus majestuosas columnas, que narran las Escrituras Bíblicas de forma cronológica siguiendo el sentido de las agujas de un reloj. En el lado izquierdo –según se mira desde el Altar Mayor- está plasmado el Antiguo Testamento, con especial dedicación al Génesis; a la diestra, en el lado del Evangelio, el Nuevo Testamento con escenas de la vida de Cristo.

 

 

 

 

El claustro anexo a la catedral es lo que queda de la antigua Abadía y es otra de las maravillas de Monreale. Las cuatro galerías del claustro se abren al patio con arcos árabes apuntados con motivos geométricos soportados con centenares de columnas ricamente decoradas, se dice que no hay una igual a otra. En las figuras esculpidas en sus capiteles se encuentra numerosas muestras de iconografía cristiana, pero también elementos paganos y mitológicos. El patio está ocupado por un jardín de plantas típicamente mediterráneas, entre las cuales circulan diferentes canales de agua, y alguna que otra fuente, como la que tiene forma de palmera.

 

Finalmente nos dirigimos a Cinisi, la población más cercana al aeropuerto internacional de Palermo, Falcone e Borsellino, donde entregaríamos el coche, Noleggiare. Lo examinaron con lupa y detectaron que los tapa-cubos del coche estaban rayados, ¡¡que vista!!, menos mal que llevaba seguro a todo riesgo. Un taxi nos llevó al B&B   Tam Vacanze, el mejor alojamiento de todos. La casa está decorada con mano experta, delicada. Todo está dispuesto para el disfrute de los ojos. Orden, limpieza, confort. Excepcional. Buena wifi. Nino, la persona que nos atendió fue muy amable, nos indicó donde cenar, una trattoría  maravillosa en el pueblo vecino Terrasini, el Bird y se ofreció a llevarnos y traernos gratis. También nos trasladó al aeropuerto (20€), el taxi nos había cobrado 36€. Al día siguiente cogeríamos los diferentes aviones que nos traerían de vuelta a Tenerife, vía Pisa.