Mi generación nació preñada de ilusiones, ávidos de conocimientos, despiertos a los detalles, activos políticamente, comprometidos, expectantes al desarrollo tecnológico y viajeros, muy viajeros, tal vez tuvo mucho que ver con la cantidad de cómic, tebeos, libros de aventuras que consumíamos sin parar. La cuestión era que nos atraían los relatos de ciudades milenarias con un halo de misterio, de aventura. Ciudades como Petra, Cusco, Machu Pichu, Xian, Luxor, Siem Riep, Palmira, Angkor Wat, Delhi, Agra, Damasco o Samarkanda. Soñábamos que alguna vez caminaríamos por sus calles, veríamos sus monumentos, nos impregnaríamos de sus aromas, en definitiva queríamos vivir aquellos relatos. Hoy puedo decir que he estado en todas ellas, también la familia. Lo hemos vivido, pero todavía nos quedan muchas más que visitar, que saborear y disfrutar…

Por eso estar en Samarcanda (en uzbeco: Samarqand, en ruso: Самарканд, en persa: سمرقند ; a veces escrito como Samarkanda), una ciudad de leyenda que ha sobrevivido a persas, griegos (Alejandro Magno), turcos, árabes, mongoles (Gengis Khan), timúridas (Tamerlan) y rusos. Todos han dejado su huella y si eres observador podrás encontrarlos. Uno debe alejarse de los tópicos; “ya no es lo que era, se ha … Largas avenidas, edificios impersonales y horrendos, tráfico, grandes parques…”. Sin embargo, si rascas un poco en la superficie, está ahí, en sus minaretes, en la llamada a la oración, en sus cúpulas azules, en los aromas de las especias, en los bulliciosos mercados, en sus monumentos, en la mirada serena, amable y sincera de sus gentes…

Todo el mundo, que llega a Samarkanda, lo primero que hace es ir a la Plaza del Registán. No defrauda, a pesar de las miles de personas que te puedan rodear, la sensación de sosiego y tranquilidad es enorme. Solo deseas contemplar la belleza de los edificios en silencio. Lo más curioso es que siempre que vuelves descubre un detalle nuevo, un enfoque diferente, incluso la luz sobre los edificios los torna distintos.
Sin embargo voy a describir un recorrido que comenzará en el suroeste de la ciudad y terminará en el noreste. Comenzamos cerca del Monumento a Amir Timur en el comienzo del Bulevar y la Avenida Registan.
A su izquierda se levanta el Mausoleo Gur-e-Amir, que significa en persa «Tumba del Rey» dedicado al emperador Tamerlán o Timur, a su familia y a su nieto Ulugbek. Su construcción comenzó en 1403 y duró un año. Se accede a través de un portal profusamente decorado. Es una construcción octaédrica coronada por una cúpula azul celeste. La decoración de las paredes exteriores consiste en azulejos de color azul, azul claro y blanco, organizados de forma geométrica y epigráfica sobre un fondo de ladrillos de terracota. La cúpula azul tiene 64 nervaduras de ladrillos esmaltados donde contrastan tonos amarillos y verdes sobre el turquesa del mosaico.
Las tumbas están situadas en la sala principal, aunque los enterramientos se encuentran en una pequeña cripta subterránea. La pared interior está cubierta en su base por un panel de mármol que la rodea. Toda la extensa superficie del interior está decorada con numerosos ornamentos y pinturas de bajorrelieve con predominio de oro en los trazos. El suelo está cubierto por losas de mármol y una balaustrada tallada, también en mármol, rodea el recinto en el que se agrupan las tumbas labradas en ónix, mármoles o en nefrita (jade) como la de Tamerlan.
La luz que se filtra por las celosías crea una increíble atmósfera de respeto, recogimiento, de veneración, se te encoje el corazón. Me vienen a la mente otras tumbas venerables que hemos visitado; la del Taj Mahal en Agra, la de Mohamed V en Rabat, la de Gandhi en Delhi, la de Tutankamon en el Valle de los Reyes, o la Napoleón en Paris.
Justo detrás del complejo de Gur-e-Amir se encuentra el Mausoleo Rukhabad, que significa «el que alberga el espíritu» en honor al Jeque Burkhan ad-Din Sagardji, teólogo y místico islámico. Se construyó (1308) en ladrillo en forma cúbica y con cúpula, sin un gran portal. En la decoración interior, austera, se muestra tradiciones orientales turcas y chinas. La leyenda dice que hay un cofre que contiene seis cabellos del Profeta.
Regresamos sobre nuestro pasos y frente a una plaza delante del Mausoleo Gur-i-Emir nos encontramos con el Ak Saray es un pequeño mausoleo timúrida, construido en 1470 y en la actualidad en fase de mejoras.
Nos dirigimos ahora a través del parque Amir Timur y dejando atrás una preciosa fuente a la Plaza del Registán, hace calor, mucho calor. La palabra Registánen persa quiere decir “lugar de arena”, quizás porque en el lugar había un río seco. El equilibrio de esta joya arquitectónica está en sus tres madrasas, diferentes entre sí, ya que hay un precepto musulmán que impide que se construyan edificios religiosos iguales.

Comenzamos nuestra visita por el edificio de la izquierda de la plaza, la Madrasa Sher Dor, s. XVII (1619-1635). El edificio presenta la típica estructura de planta cuadrada con patio interior, khudjras (celdas) para estudiantes y dos salas para clases. Tanto el interior como el exterior está decorado con adornos brillantes de ladrillo vidriado, sus muros y torres están cubiertos de mayólica con diferentes patrones de flores trepadoras y citas del Corán.
En el centro del arco por encima de la entrada se encuentra la imagen de la cruz gamada, que desde la antigüedad era el símbolo de la abundancia y la fertilidad. También hay imágenes de tigres con el sol en la espalda a cada lado del arco en colores muy vivos.

En el centro de la plaza se sitúa la Madrasa Tillia Kari, s.XVII (1646-1660) cuyo nombre significa «cubierta de oro». Fue construida, inicialmente, como una mezquita sobre un antiguo caravana-saray. El edificio presenta un alto portal y dos pisos de nichos arqueados, flanqueado por torres. Las khudjras, se abren hacia el gran patio interior.
En el lado oeste, se encuentra la Mezquita de Invierno a la que se llega desde el patio interior, con una bella cúpula azulada y dos galerías a los lados todo ornamentado con detalles en oro.

Por último la Madrasa Ulugbeg, S.XV (1417-1420). Su enorme portal cuenta con un arco de 15 metros de ancho custodiado por dos impresionantes minaretes. El panel de mosaico sobre el arco muestra a estrellas de cinco y diez puntas que brillan en un cielo azul sobre un fondo amarillento de mármoles y terracotas.
Su patio interior con más de cincuenta celdas podía albergar a casi los 100 alumnos a los que se le impartía matemáticas, astronomía y por supuesto el aprendizaje del Corán.
Dejando esta plaza continuamos ahora caminando hacia el norte por un paseo pavimentado lleno de jardines y tiendas con alguna fuente ocasional hasta llegar a la Mezquita Bibi Khanum, Tamerlan quiso construir aquí la mezquita más grande y deslumbrante de Asia Central en 1399, para ello hizo traer a los mejores artesanos de los pueblos sometidos por él, ayudados por más de 100 elefantes traídos de la India.

Muchas son las leyendas que circulan alrededor de está mezquita, pero tal vez la preferida sea la del arquitecto, que enamorado perdidamente de la esposa de Tamerlan, la incitó a besarlo para terminar la obra antes del regreso del rey, que al ver la marca en su rostro mando a arrojarlo de un minarete. La actual puerta sólo mide 35 m de altura y ya no dispone los metales preciosos que la cubrían. La gran cúpula de azul turquesa a más de 40 m de altura es una de las mayores del Islam. En su interior, tampoco está el majestuoso patio central enlosado en mármol y con muretes de cerámica y azulejo, con mármoles tallados, ni el corredor de arcadas que rodeaba el patio con 400 columnas de mármol blanco con sus correspondientes cúpulas, sólo queda, en el centro del patio un atril de mármol gris de Mongolia donde Ulugbek depositó el gran Corán de Osman.
Frente a la entrada de la Mezquita se encuentra la cúpula azul del Mausoleo de Bibi Khanum (1397), ya nada queda de la Madrasa Khanym, sólo ha sobrevivido el mausoleo en su patio, una estructura de pilares octogonales con inscripciones en kufi. El interior está decorado con mosaicos y ornamentación floral, incluyendo paisajes del jardín del Edén. En la cripta, los arqueólogos, descubrieron un sarcófago de mármol con restos de dos mujeres de mediana edad con ricos ropajes. Se cree que una de esas mujeres sería Saray Mulk Khanym, mujer de Tamerlan.

Cerca de la mezquita se encuentra el Bazar Siyob, hoy ya modernizado, sin embargo sigue flotando en el ambiente, esa atmósfera de sosegada tranquilidad, la parsimonia pausada del vendedor, el colorido, el olor a especias, los dulces que generosamente te ofrecen las tenderas con sus refulgentes dientes de oro. Pasamos un rato comprando en las tiendas los últimos regalos del viaje, lo mirábamos todo, el calor era sofocante a pesar de las pequeñas fuentes que no conseguían saciar la sed.
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