Habíamos decidido realizar una excursión de dos días por la región del Khorezm, por un lado, para ver con nuestros propios  ojos el desastre ecológico del Mar Aral y por otro, para realizar la ruta de las fortalezas, Ayaz Kala, pernoctando en un campo yurtas, Ayaz Kala Camp (105 €). Para ello contratamos, a través de B&B OldKhiva, un taxi que nos llevase a esta excursión (187 €). 
El khorezm, Khwarezm o Chorasmia es un gran oasis en la región de Amu Darya,  en el delta del río, en el oeste de Asia Central, limita al norte con el Mar de Aral, al este con el desierto Kyzyl Kum, en el sur por el desierto de Kara Kum y al oeste con la meseta de Ustyurt. Hoy, Khwarezm pertenece en parte a Uzbekistán, Kazajstán y a Turkmenistán.
Nuestro conductor se llamaba Ogujon, hombre de pocas palabras, ni en inglés ni en uzbeko, conducía un modelo a gas, con el cual tuvimos que repostar varias veces. Salimos temprano porque nos advirtieron que las distancias eran largas, 370 km, entre 5-6 horas para llegar al Mar Aral. A mitad de camino paramos en un bar de carretera muy frecuentado por transportistas y hombres de negocios. El “tigre” era infesto, infecto y cualquier palabra que empiece por “in”…del tipo de agujero en tablas de madera con hueco profundo que admite todo tipo de vida subterránea, aparte de botellas de plástico y madera, cajas, etc…hasta para mear daban ganas de hacerlo desde la puerta, los hombres claro está. Sin embargo la comida estuvo bien, plov, sopa chorva, una especie de carne con papas, té etc… Tan barato que invitamos al conductor.

A travesamos Nukus, la capital de Karakalpakstan, (una república autónoma dentro Uzbekistán) que está en la región del delta, en tierras de labranza irrigadas, localizada al extremo sur del Mar Aral. El terreno es aquí un mosaico de tierra agrícola, campos de algodón rodeados por la implacable extensión del desierto. La única razón de parar en Nukus es visitar el Museo Savitsky. El museo representa el trabajo de toda una vida de IgorSavitsky, cuyo legado incluye miles de tesoros artísticos y culturales en exposición permanente. Nosotros habíamos decidido continuar porque íbamos cortos de tiempo.

A 13 km. de Nukus se dibuja la Necrópolis Mizdakhan, antiguo cementerio que se encuentra junto a los restos de la Gyaur-Kala fortaleza. Recibió su nombre durante la conquista árabe y significa «una fortaleza de los infieles», ya que eran seguidores de Zoroastro, un ermitaño que vivió en las montañas del norte de Irán y que fundó en el 1.400 a.C. esta religión, que se basa en seguir el consejo del Avesta, no contaminar los cuatro elementos: aire, tierra, fuego, y agua. Construían torres donde depositaban los cadáveres y eran las bestias las que descarnaban los huesos de los difuntos y luego los disponían en osarios decorados con pinturas, inscripciones en el antiguo idioma de Khorezm, y varios símbolos religiosos. Nos dio mucha pena no hacer aquí una parada.

Continuamos por el desierto del Kyzyl Kum hasta llegar a Moynaq. El que fuera el puerto pesquero más grande del Mar Aral, que contribuyó a paliar la gran hambruna que sufrió Rusia en 1921 con más de 21.000 tn de pescado, lo que nos indica la gran diversidad y potencial de este Mar. Hoy en día, es una ciudad fantasma, inactiva, con fábricas vacías y derrumbándose poco a poco.

Desde los años 50 el gobierno comunista decidió desviar el curso de los ríos Amu-Daria y Syr-Daria que alimentaban el mar para regar los campos de algodón, esto unido al uso masivo de pesticidas y defoliantes empleados en los campos de algodón han ido concentrando y depositándose en el antiguo lecho marino creando una corteza salada. El Mar de Aralse fue desecando poco a poco, el agua es diez veces más salada que antes y al mismo tiempo se ha producido un cambio climático en el que el desierto ha crecido en un 30%. 
Los efectos no se han hecho esperar y las especies de mamíferos pasaron de 70 a 30; pájaros de 319 a 168 y de las 24 especies de peces, todas han desaparecido del sur. En cuanto a los habitantes de Karakakpakstanhan sufrido el gran de peso del desastre, padeciendo el nivel más alto en el mundo de anemia y cáncer de esófago, así como niveles epidémicos de tuberculosis, problemas de riñón, enfermedades hepáticas y respiratorias, problemas inmunológicos, neuronales y defectos genéticos en los niños que nacían.

En las afueras del pueblo a un kilómetro en dirección norte se llega a una especie de acantilado donde nos encontramos un gran triángulo de hormigón en forma de vela y junto a él unos paneles explicativos de la evolución del nivel del Mar Aral desde los años 50 hasta la época actual. Frente a nosotros se abre en picado un talud de unos 30 metros de altura y en el horizonte se vislumbra un inmenso desierto donde antes batía con fuerza un mar contra este acantilado. Ahora te invade una sensación de vacío y desesperanza, un escalofrio te recorre la columna vertebral al observar la inmensidad de ese mar de arena que se pierde en un espejismo de lo que fue. La distancia hasta la línea de agua de mar de Aral es de 450 km.

En primera línea destaca una fila de barcos oxidados sospechosamente alineados aunque al parecer hace años había muchas más desperdigadas por aquel desierto, pero terminaron siendo desguazadas. Han montado unas escaleras que permiten descender al fondo del talud y al pisar la arena, donde se aprecian los restos de antiguas conchas de mar, recuerdas la famosa frase de Neil Armstrong; «Es un pequeño paso para un hombre, pero un gran salto para la humanidad» (orig.: «That’s one small step for [a] man, one giant leap for mankind).

Anduvimos deambulado por la zona donde quedan los restos herrumbrosos de barcos varados en la arena como un recuerdo macabro de un futuro poco alentador y como siempre, sin esperanza real, en que las autoridades actuales tengan el valor, la visión o el liderazgo de poner a funcionar un proyecto de recuperación de este Mar. Antes de dejar Moynaq, paramos en un colmado al lado de la estación de autobuses que cubre la línea  y que parece salido de una película de Max Max o de las del oeste americano. Hacemos nuevamente la ruta en sentido inverso, vamos cansados, algunos soñolientos pero en nuestras cabezas sigue flotando la imagen de ese inmenso Mar, ahora de arena, que intenta asimilar lo que hemos visto y leído. Haber sido testigo “in situ” de lo que el ser humano es capaz de hacer por la inmediatez de la riqueza sin tener en cuenta el futuro de sus semejantes.

Ya caía la tarde cuando nos acercábamos a Chilpyk (Shylpyk, Chilpak Kala) y desde lejos se distinguía su Torre del silencio. Esta fortaleza Zoroastriana, de 2200 años de antigüedad, es una torre redonda de 15 metros de altura y 65 metros de diámetro, construida en la cima de la colina natural redondeada. El sol bañaba sus muros imbuyéndoles  un color ocre rojizo. Se nos hacía de noche y todavía quedaban muchos kilómetros hasta llegar al Campamento de Yurtas de Ayaz Kala. La yurtaes una vivienda transportable tradicional de los nómadas de Asia Central que podían montar y desmontar en cualquier lugar para pasar la noche. Algunas de estas yurtas tienen una capacidad de  hasta 20 personas. Pasamos por multitud de pueblos ya de noche cerrada, llevábamos el miedo en el cuerpo, apenas sin luz, solo con los faros del coche que penetraban en el negro de la noche y de vez en cuando deslumbraba algunos habitantes que circulaban por la estrecha carretera, dándonos un susto de muerte.
Por fin, cerca de las 21:30 h llegamos al campamento. Nos recibió su dueña, Ràno, simpática y acogedora. Nos enseñó nuestra yurta, los baños y nos dijo que la cena ya estaba preparada y que cuando nos hubiésemos refrescado pasáramos a una tienda tipo yurta pero grandísima. Muy acogedora, adornada con alfombras y cojines de múltiples colores. En mesas bajas y largas reposaba la vajilla de colores típicos blancos y azul añil, rebosantes de alimentos, frutos secos y té. Cenamos y después nos dedicamos a disfrutar de un cielo de impresión, intentando descubrir las constelaciones, la vía láctea y algunas estrellas, aunque Dani fue muy escéptico y nos decía que en el móvil había una aplicación que te las identificaba, pero como no había wifi, no lo pudo demostrar. La próxima vez nos iluminará..jejeje.

Aunque al principio, todos teníamos mucho calor, a medida que avanzaba la noche la temperatura cayó rápidamente y tuvimos que usar las mantas y edredones. Las camas eran finos colchones sobre el suelo cubierto de alfombras, todas las paredes están revestidas por especies de tapices de variados colores que impedían que el aire se filtrara. Apagamos la luz que se genera a través de unos paneles solares que instaló la UNESCO. Realmente es una experiencia y nos despertamos muy ilusionados de haber dormido en una yurta. Otro sueño que se ha cumplido.

Después de la ducha en unos baños comunitarios, eso sí, sin agua caliente, el campamento se despertó temprano, aunque había unas 14 o 15  yurtas, creo que sólo estaban ocupadas 4. Cuando fuimos a desayunar ya la mayoría se habían ido.

A la luz del sol el lugar te impacta, ya que el campamento está ubicado en un promontorio que divisa toda la meseta de Ustyurt.

Parece mentira que por aquí pasara un rio.

También hay camellos por si se quiere dar un paseo, se puede ir a un lago salado que hay cerca el “Ayaz kol” o subir hasta la fortaleza.

Detrás del campamento, como una sombra, se eleva la fortaleza de Ayaz-Qala. Los locales llaman a esta zona “Elliq-Qala”, las quince fortalezas. Estas fortalezas forman un anillo que protegían la antigua Korezm y tienen más de 2.000 años de antigüedad. Las fortalezas fueron construidas para resguardarse de las incursiones de los pueblos nómadas desde el siglo cuarto a. C. hasta el siglo VII. Nos dispusimos a visitar el primer fuerte, el que nos ha vigilado durante la pasada noche, Ayaz-Qala. Nos acompañó en todo momento el perro del campamento. Exactamente son tres fortalezas en una y tuvo su apogeo durante los siglos VI y VII dC.

La fortaleza es de planta rectangular y está ubicada en la parte superior  de una colina de piedra caliza.

El recinto está rodeado por dos muros paralelos de 10 metros de altura entre los que había un corredor abovedado. Las murallas exteriores fueron reforzadas con torres de vigilancia. Debes tener mucha imaginación para hacerte una idea de lo que pudo suponer esta edificación.

Desde lo alto de esta fortaleza se observa otra más pequeña, Ayaz Qala 2, construida sobre una colina cónica cercana,  entre los siglos VI y VIII d. C., en una época en decrecimiento de la región en la que había surgido una nueva clase de terratenientes feudales conocidos como “dihqans” que residían en pequeñas fortalezas de forma cuadrada rodeadas por una muralla defensiva ubicada en la cabecera del canal que irrigaba sus tierras.

De Ayaz-Qala nos dirigimos a Toprak-Qala, a Tuprok Qala, a 20 kms, denominada, «fortaleza de barro», que fue probablemente una residencia real construida en los siglos I-II d.C que tuvo una población de 2500 personas. Quedó abandonada en el s. VI y fue nuevamente ocupada en la época medieval hasta la invasión de los mongoles en el siglo XIII. Aquí nos quisieron cobrar una entrada y en vista de lo deteriorada que estaba la fortaleza decidimos no entrar. Craso error, ya que era bastante interesante pero en aquel momento no disponíamos de ninguna información de lo que estábamos visitando.

A cinco minutos conduciendo al oeste,  a orillas de un canal de riego, se encuentra Kizil Qala, situada al sur de las montañas Sultan Uvays Dag, y construida en el s. I o II d.C,  fue posiblemente una residencia fortificada de un aristócrata o alto funcionario. Fue ocupada hasta el siglo IV y luego abandonada. Se restauró durante el siglo XII, justo antes de la invasión de los mongoles. En la orilla del canal de riego encontramos ladrillos recién fabricados.

Sólo hay una entrada, situada en el centro de la pared sureste. A ésta se accede por medio de una barbacana rectangular que sobresale con una puerta en su lado sur-occidental. La rampa de entrada, a esta puerta, se inclina hacia arriba junto a la pared principal de la fortaleza.
Además hay dos grandes torres rectangulares que sobresalen, colocadas en medio de las paredes norte-oeste y sur-oeste. Estas contenían pares de habitaciones rectangulares. En el interior de la fortaleza fueron descubiertas también otras habitaciones que contenían cerámica, vidrio, loza y fragmentos de bronce. Las excavaciones también han descubrieron restos de frescos en la pared.
Bastante cansados regresamos a Khiva pasando el mediodía nuevamente en el Oasis de paz y nos organizamos para conseguir transporte que nos llevará a Bujara, esta vez, atravesaríamos el desierto Kyzil Kum.

Pero esto es otra historia que en breve te contaremos…