Dejamos nuestra añorada Mysore para dirigirnos a Hassan como base para visitar los monumentos de Halebid y Belur, pero antes visitaremos el pequeño pueblo de Sravana Belgola, que es un importante centro de peregrinaje Jainista.
Paramos en la carreta a ver el proceso de fabricación de azúcar de caña. Realmente sencillo. En una estrujadora obtenían el zumo de las cañas de azúcar que pasaba a unas especies de ollas donde se calentaba a fuego alimentado por los desechos de la caña estrujada y seca al sol. Luego el líquido espeso y marrón obtenido después de evaporarse se almacena.
Es famoso por la estatua del gran maestro Jaini Bahudali (Gomateshwar) de 17 metros de altura y se dice que es la estructura monolítica más grande del mundo.
Desde lo alto de una montaña de roca llamada Indragiri, a cuya cima se accede después de haber subido 614 escalones tallados en la roca, Bahudali mira sobre la pequeña ciudad de Shravanbelagola. Hay personas que las suben en sillas cargándolas entre cuatro.
Los hoysalas, que gobernaron entre los siglos XI y XIII, dejaron un profundo impacto en la arquitectura y cultura de la región, y fue durante ese periodo cuando los legendarios templos de Belur y Halebid fueron construidos.
La bajada no es menos dura que la subida, los escalones son irregulares y están desgastados, y en algunos tramos se hace necesario agarrarse a la barandilla.
Ante de seguir la ruta una parada para el almorzar el famoso thali, servido en un plato de acero cubierto de una hoja de plátano y sobre ella se disponen diversos recipientes de dhal, sambar(sopa de lentejas), rasam (caldo de dhal con tamarindo), verduras, chutneys, adobos, y dahi (requesón/yogur). El camarero pasa y deposita grandes cantidades de arroz blanco. Se come con la mano derecha y la izquierda ni tocarla (es la de limpiarse el….). Se mezcla el arroz con los diferentes acompañamiento amasando y formando bolas que se introducen en la boca con el dedo pulgar. Esta mal visto chuparse los dedos o meterse toda la mano en la boca. No hay servilletas sino que te lavas la mano usada en un fregadero común. El máximo defensor es Dani el “Thaliban”.
Seguimos nuestra visita en Halebid, 27 km al noroeste de Hassan. Fue la capital del imperio Hoysala, antiguamente llamada Dwarasamudra. En medio del pueblo, rodeado de vendedores de postales, talladores de piedras y demás souvenirs, se encuentra su principal atracción: el templo Hoysaleswara.
Se sitúa en un jardín con dos templos dedicados al dios Shiva. Cada uno de ellos posee su propio santuario, frente al cual hay un pequeño pabellón donde descansa una enorme figura sentada del toro sagrado Nandi.
Los muros exteriores e interiores están cubiertos con una variedad sin fin de dioses, diosas, animales, pájaros y bailarinas. El aspecto general es muy similar a los templos de Angkor, aunque aquí falta la selva.
Algunas de las figuras son un poco tétricas sobre todo las que se ven abriendo a las personas y sacándoles el corazón.
De aquí nos moveremos 16 km hasta Belur, antigua capital del imperio Hoysala, es una pequeña aldea a los pies del río Yagachi. Una calle, una plaza, y un templo, que hace posible que este pueblecillo aparezca en los mapas y tenga algún interés turístico.
El templo Chennakeshava dedicado al dios Krishna, todavía se encuentra en uso, y es uno de los mejores ejemplos de su arquitectura. Su construcción se inicio en 1116 por Hoysala Vishnuvardhana, y se prolongo durante 103 años.
Está construido sobre una plataforma en forma de estrella, rodeado por otros templos más pequeños y un lago sagrado. Sus muros están llenos de intrincadas esculturas y frisos sin dejar ni un solo espacio en blanco.
La base la forma una larga fila de elefantes, sobre ellos pueden verse caballos y leones, episodios épicos, bailarinas sinuosas, escenas del kamasutra… se dice que todas las deidades hindúes están representadas en sus muros.
Hasta la próxima entrada viajeros….
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