Salimos temprano de Hassan porque el trayecto hasta la ciudad de Hospet,próxima a Hampi, era bastante largo, aunque sólo son 150 km. Creo que ya hemos contado que en la India las distancias no se miden en kilómetros sino en tiempo, horas. La carretera en la mayor parte no estaba ni asfalta, creo que íbamos a 30-40 km/h como mucho. Tardamos en llegar cerca de las 8 horas.

 

En tantas horas lo único que hicimos fue comer en puestos callejeros, hacer fotos de paisaje, personas y animales y dormir algunos.

 

En el viaje anterior a la India no nos dejaron probar nada. Terminantemente prohibido comer en la calle, nos decía el guía. Pero el chai (te con leche, especias y azúcar) está fantástico siempre acompañados de algún snack, tipo somosa, bhanji, etc.

 

Se atraviesan muchos pueblos, bueno de 10-20 casas a ambos lados de la carretera donde puedes ver desde herrar a un mulo o buey hasta el famoso grupo de ovejas, vacas , etc que interrumpe el tráfico en la carretera.

 

Pero que nunca falte el Hotel-restaurante de carretera con una cocina inmaculada. Propias de las estrellas Michelin. Pones aquí a trabajar a Arzac, Sergi o Aguiñano y se mueren directamente.

 

 

Otra curiosidad es como secan al sol los cocos verdes y luego cuando maduran le extraen el coco seco del interior para posteriormente almacenarlos en un altillo en sus propias casas.

 

Usamos la ciudad de Hospetcomo base para la visita al complejo de Templos de Hampi, que fue declarada por la Unesco Patrimonio de la Humanidad y alberga las ruinas de la antigua ciudad de Vijayanagar o ciudad de la Victoria.
 
Una puerta de piedra da entrada al conjunto que ocupa un bellísimo paraje entre riscos y rocas de granito que funcionan como defensa natural. El recinto estaba fortificado, separando el centro religioso del real, a través del cual siguen fluyendo canales y vías de agua..

 

 

 

Comenzamos nuestra visita por el Vitthala Temple, del s.XVI que es uno de lo mejor conservados.

 

Las pequeñas columnas externas “musicales” retumban al ser golpeadas, pero están fuera del alcance del público para ser preservadas. Otra de las piezas estrellas del recinto es el carro de piedra adornado que yace en el centro del patio, cuyas ruedas podían girar en su día. Está dedicado a Garuda.

Los machones exteriores del templo están decorados con yalis, bestias leoninas míticas, muchas con jinetes. Este templo está dedicado a Vitthala, encarnación de Visnú.

 

Fuera del templo se encuentra el bazar Sule, antiguo centro comercial, y a pocos metros se levanta la Balanza del Rey, edificación que servía para pesar al Rey en oro o grano para después repartirlo entre el pueblo (el chocolate del loro).

 

Varios templos más se repartían por la zona hasta alcanzar el rio, donde se podía disfrutar de una vista preciosa. Destaca el antiguo puente en ruinas sobre el río Tungabhadra, pero ojo con los cocodrilos.

 

 A continuación nos acercamos hasta el Baño de la Reina, con un interior sorprendente.

Muy cerca está la Mahanavami Platform, donde los reyes durante el festival Mahanavami realizan ceremonias antes de las batallas. Desde lo alto se tienen una espectacular vista de todo el complejo palaciego, ahora en ruinas.

 

Muy cerca de aquí se encuentra la alberca escalonada que se alimentaba de agua a través de un caño, que formaba parte de una red hidráulica que alimentaba de agua el complejo.

Luego vimos el Hazara Ramachandra Temple, donde Dani e Ire hicieron de las suyas

Nuestra siguiente visita fue al complejo formado por los establos de los elefantes reales que destacan por sus tejados poligonales alternando con cúpulas y el Lotus Mahal que pudo usarse como sala de audiencias real y que presenta elementos hindúes y musulmanes.

 

El calor apretaba pero el viajero continúa su ruta hacia el templo de Virupaksha cuya particularidad es que es subterráneo y es una elaborada obra hidráulica.

 

Por fin nos llegó la hora del descanso para reponer fuerzas. El lugar no puede ser más perfecto el Mango Tree, un peculiar garito donde sirve una exquisita pitanza, bajo un hermoso mango, en esterillas por el suelo y con vistas al rio. Además para llegar tienes que atravesar una plantación de bananas.

 

 

 

 

Después de un merecido descanso continuamos y como no podía ser de otra manera, la “subidita” de todas las tardes. Lo primero que se ve es un monolito en honor a Ganesha y luego se asciende por escalones al monte Hemakuta,desde el cual se tienen unas espectaculares vistas de todo el complejo pero principalmente de Hampi Bazar.
Muy próximo se encuentra el monolito a Narasimha, una sobrecogedora imagen de Visnu, en su cuarta encarnación, la de un ser mitad hombre y mitad león. Junto al lado hay un linga rodeado de agua.

 

 

Muy próximo se levanta el Krishna Temple, en honor a la victoria obtenida sobre Orissa.

Descubrimos algunas figuras mitológicas….

Nuestro último templo fue el Virupaksha, dedicado a Siva o señor de Pampa y conmemora sus esponsales con la diosa Tugabhara. Se accede por un gopuram de casi 50 mts. de altura.

 

Si continuamos por la parte trasera del templo nos encontramos con el estanque Mananatha y unas escaleras conducen a los ghats que dan al rio.

 

 

Aquí termina nuestra visita a Hampi después de pasear por Bazar Street o lo que queda de ella, porque de hecho estaban derribando la mayoría de las casas.

 

 

Nada mejor en la despedida que brindar con un chai masala y unos chicos diciendo adiós…