El 04 de Agosto de 2008, la familia cogió un avión en TFN con rumbo a uno de los países más fascinantes del mundo, que combina la historia con las leyendas, misteriosos lugares arqueológicos, asombrosos paisajes, hábitats increíbles, una gastronomía sorprendente y unos habitantes muy cercanos, les estoy hablando de Perú, un paraíso que toca el cielo. Nuestra ruta comenzó en Lima, la flamante ciudad de los reyes, nos desplazamos por carretera a Paracas, la reserva marina más grande de Perú, hicimos una excursión en barco a las islas Ballestas, paraíso de las aves y aunque no pudimos sobrevolar las misteriosas Líneas de Nazca, sí vimos algunas de las gigantescas figuras cuyo origen sigue rodeado de misterio, volamos a Arequipa,  la ciudad Blanca y fuimos de excursión al Cañón del Colca, el reino del cóndor, visitamos el hechizante Lago Titicaca, el más alto del mundo, las islas flotantes de los Uros y la isla de Taquile.  Continuamos por carretera hacia Cuzco, la capital del Imperio Inca,  visitamos el Valle Sagrado. En tren llegamos a Aguas Calientes, la puerta a Machu Picchu, la ciudad perdida de los Incas, considerada como una de las nuevas 7 Maravillas del Mundo. Regresamos a Lima en avión y de allí vuelta a casa con la ilusión y los ojos llenos de imágenes irrepetibles.

Peru-itinerario01

Organizado por Halcón Viajes, en la agencia del amigo Jesús, con Mundicolor como proveedor, vía Madrid, con Iberia directo a Lima (Perú), unas 12 horas. Sufrimos overbooking, en Madrid, pagándonos la noche de hotel y una indemnización de 600 €/pp, volamos al día siguiente. Perú está situado en el extremo occidental de América del Sur. Colinda con el Océano Pacífico al oeste y limita con cinco países: por el norte con Colombia y Ecuador, por el este con Brasil y con Chile y Bolivia al sureste. Posee una compleja geografía dominada principalmente por la Cordillera de los Andes. Con restos arqueológicos antiguos atribuidos a la presencia humana en el Perú, correspondientes al s. XIII a.C, mucho tiempo después de que los primeros humanos, recolectores y cazadores procedentes de Siberia cruzaran el Estrecho de Bering.

Lima, la ciudad de los Reyes

Fundada por Francisco Pizarro en 1535, con el nombre de ciudad de Los Reyes, situada en las márgenes del río Rímac y acariciada por las aguas del Océano Pacífico, en el centro del Perú, conserva gran cantidad de conventos y casonas coloniales, símbolos de su añeja e hidalga tradición. El centro histórico, fue Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1988, de trazado reticular lo mejor es pasear por su calles disfrutando de las casas balconadas, desde su Plaza de Armas o Plaza Mayor,  con sus magníficos edificios barrocos, la Catedral de Lima o el Palacio Presidencial.

A pocas cuadras se levanta la Basílica y Convento de San Francisco, en cuyas catacumbas, se guarda un escalofriante osario. En la Basílica de Santo Domingo se veneran las reliquias de Santa Rosa de Lima o San Martín de Porres, disfrutamos de los hermosos balcones de la Casa de Osambela y  del Museo Larco, en cuya exposición de más de 3.000 piezas de arte precolombino, destaca la sala del sexo.

La Reserva de Paracas, islas Ballestas

y el oasis de Huacachina

Increíble excursión de dos días saliendo de Lima por la carretera Panamericana del Sur, costeando el océano Pacífico, a unos 300 km se encuentra la ciudad de Ica, y a 5 km en medio de un desierto de dunas doradas se haya el Oasis de Huacachina, una laguna de color esmeralda, surgida por afloramientos de corrientes subterráneas, en cuyas márgenes crece una exuberante vegetación compuesta de palmeras, eucaliptos o huarangos. En los años 40 aprovechando el poder curativo de sus aguas se levantaron varios balnearios. Hoy en día sustituidos por los resorts.  A nosotros nos alojaron el hotel las Dunas y los niños disfrutaron de lo lindo.

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A 55 km de Ica se llega al pequeño pueblo de pescadores de Paracas, una pintoresca localidad, en cuyo embarcadero nos vimos rodeados por varios ejemplares de pelícanos antes de embarcar en la lancha que nos llevó a las Islas Balletas. Una excursión de 2 h. Éstas islas se ubican frente a la Reserva Nacional de Paracas y comprenden tres islas: Ballesta Norte, del Centro y del Sur. Nuestros primeros compañeros fueron los delfines que nos siguieron nadando en paralelo, pero nuestra atención en seguida se dirigió a la imponente imagen de “El Candelabro”, el famoso geoglifo grabado sobre una de las laderas que dan al mar en la bahía de Paracas, mide 180 metros y se calcula que tiene 2.500 años de antigüedad.

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Al llegar a las islas, no nos podemos bajar de la barca, el griterío de las aves se hace ensordecedor por momentos, vemos playas inmensas de arena negra copadas por las aves, los acantilados y rocas que sobresalen del mar son las plataformas preferidas de los pingüinos de Humboldt, lobos marinos y focas. Impacta la silueta de muelles volados sobre el arrecife, que sirven para la extracción del guano, ahora bajo control sostenible. La embarcación va atravesando arcos y cuevas naturales, mientras una gran variedad de aves revolotean sobre nuestras cabezas, tenemos la sensación de una abrumadora explosión de vida.

Nuestra siguiente parada fue La Reserva Nacional de Paracas, una zona que comprende una porción de mar y otra de desierto que protege las diversas especies de flora y fauna silvestres que viven allí, es uno de los desiertos costero más secos del mundo. Es curioso que el topónimo Paracas, en quechua significa: para, lluvia y aco, arena; lluvia de arena y es que al atardecer en los meses de julio y agosto, los vientos son muy intensos y están saturados de polvo y arena. La amplitud y el paisaje agreste, seco y salvaje se pierde en un espejismo inmenso. Las bahías se suceden con magníficas playas, como la de las Lagunillas. También visitamos la Catedral, una estructura rocosa producida por la erosión del mar y el viento. Regresamos a la capital para tomar un avión en dirección a nuestro nuevo destino, Arequipa.

Arequipa, la ciudad blanca

Arequipa, situada a 2.328 m de altitud está rodeada por los imponentes volcanes, Misti (el Caballero) el más alto, el Chanchani (el Querido) y el Picchu Picchu (la Tapa Superior). De un cielo azul intenso fue fundada en 1540 por el conquistador español Garcí Manuel De Carbajal con el nombre de Villa Hermosa de Nuestra Señora de la Asunción. Conocida como la Ciudad Blanca porque la mayoría de sus construcciones son de sillar, piedra volcánica de intenso color blanco. Lo primero que nos dieron al llegar al alojamiento fue un mate de coca, con la consigna de que lo bebiéramos con cierta frecuencia para evitar el mal de altura o soroche. Masticar hojas, beber mate o chupar caramelos de coca lo realizan a diario millones de personas en los Andes, sin problemas y la coca se considerada sagrada en la cultura indígena.

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Comenzamos nuestro deambular por las calles de Arequipa, con sus hermosas casonas coloniales construidas entre los s. XVII y XVIII. La primera parada, ¡cómo no!, en la Plaza de Armas, mercado abierto hasta 1868, caracterizada por sus tres portales construidos en granito y con bóvedas de ladrillo y cal. En el centro se levanta una bella fuente con la figura en bronce de un soldado del s. XVI, “el Tuturutu” encargado de anunciar los acontecimiento, a su espalda La Catedral, de estilo neoclásico, con una fachada de setenta columnas con capiteles corintios, tres portadas y dos arcos laterales, se completa con dos monumentales torres. Muy cerca se encuentra la iglesia de la Compañía de Jesús, su fachada de estilo barroco peruano o mestizo, en la que destaca la capilla de San Ignacio Loyola con lienzos de Bernardo Bitti. Pero si hay un monumento emblemático en Arequipa ese es el convento de Santa Catalina, una pequeña ciudad de 20.000 m2,  fundado en 1579, con estrechas calles, plazas y jardines que recuerda a los barrios antiguos de Sevilla o Granada. Nos acercamos a la bonita Plaza de San Francisco presidida por su iglesia y convento. Antes de irnos probamos el famoso rocoto relleno, el pimiento más picante del mundo, riquísimo pero muy, pero que muy picante.

El cañón del Colca, el reino del cóndor

El trayecto desde Arequipa hasta el Cañón del Colca se realiza en dos días. Siguiendo las recomendaciones del guía tocó empezar a mascar coca, se denomina acullico, a la acción que consiste en mantener una bola de hojas de coca, empapada de saliva junto con una sustancia alcalina (llipta, mezcla de cal y ceniza de quinua), que actúa como catalizador para extraer los alcaloides de las hojas produciendo una estimulación suave, que suprime el hambre, la sed, el dolor, la fatiga y ayuda a superar el mal de altura. Nuestra primera parada fue en Pampa Cañahuas a casi 4.000 m dentro de la Reserva Nacional Salinas y Aguada Blanca, praderas altoandinas que son el hábitat de muchas especies, como las vicuñas, alpacas, guanacos, tarucas, etc. La siguiente parada fue en el poblado de Patahuasi, cruce de caminos, con mercadillo artesanal y un bosque pétreo debido a la erosión de las formaciones rocosas del lugar. A medio día alcanzamos el punto más alto, donde vimos un corral de vicuñas y alpacas. Continuamos hasta Aguada Blanca, una laguna donde comenzó a nevar de forma intensa hasta antes de llegar a la localidad de Chivay, que descansa en una extensa vega donde pernoctamos. Por la tarde nos relajamos en las piscinas de aguas termales de la Calera, cerca del pueblo junto al río Colca.

Nos levantamos muy temprano con la ilusión de ver el ave más grande del mundo, el cóndor, ya que para observarlos es mejor temprano cuando el sol comienza a calentar el aire, creando corrientes que facilitan el vuelo, mediante el planeo de sus grandes alas. La ruta para llegar al Mirador de la Cruz del Cóndor nos lleva por el Valle del Colca cuya cabecera está por encima de los 4.000 m, siendo exclusivamente para el uso ganadero, luego se va descendiendo hasta llegar a una zona agrícola a unos 3.000 m, donde el valle se estrecha y comienza el Cañón del Colca de 100 km de longitud y una profundidad de 4.160 m. El valle está habitado por tres etnias: los Kollawas, Cabanas y los Ccaccatapay, ganaderos, agrícolas y artífices de los canales de riego y de las terrazas agrícolas. El valle está salpicado de pequeños pueblos blancos, los más importantes Yanque y Maca, también nos detuvimos para ver las tumbas colgantes pre-colombinas.

Ya en la Cruz del Cóndor, el paisaje se torna hipnótico, vertiginoso, áspero, solo interrumpido por la construcción de los miradores donde la gente se agolpa en una espera tensa, expectante, hasta que del fondo del abismo aparecen majestuosos, imponentes, con una envergadura de alas próxima a los 3,30 metros y un peso de 15 kilos, solo se oye el sonido del viento contra el plumaje, como un silbido suave y algún que otro graznido, cuyo eco se multiplica contra las montañas, el sol se hace más intenso y los colores cambian de tonalidad, ya observamos varias parejas, cuyos vuelos rasantes sobre nuestras cabezas comienzan a tomar altura, hasta hacerse diminutos contra un cielo azul intenso.

Este es su espacio, el Reino del Cóndor.

Los Uros, Lago Titicaca

Desde el Cañón del Colca hay que regresar a Chivay y volver a atravesar el antiplano. En Patahuasi vimos con más detalle las formaciones rocosas causadas por la erosión del tiempo. Pasamos por Lagunillas, una laguna con gran variedad de aves, alpacas y llamas, criaderos de truchas y con frecuencia flamencos andinos. Hicimos una parada en Patapampa, el Mirador de los Andes o de los volcanes, es el punto mas alto, 4.950 m sobre el nivel del mar, letreros en piedra indican los nombres de los volcanes que se pueden observar a lo lejos. Además la zona está llena de apachetas, pequeñas pilas de rocas o piedras que se dejan una sobre otra, como tributos a los Apus de la zona.

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Puno, se sitúa a orillas del Lago Titicaca rodeado por cerros. Dejamos nuestro equipaje en el hotel y nos fuimos a visitar las Chullpas de Sillustani, que se encuentran situadas en lo alto de una suave colina que domina la Laguna de Umayo. Este conjunto arqueológico o cementerio está formado por 90 chullpas o ayawasis (casas de los muertos), torreones circulares, construidos con grandes bloques tallados en piedra volcánica extraída de dos canteras cercanas. Estos monumentos funerarios construidos por los Collas, para enterrar a sus nobles, gobernantes y/o sacerdotes, que luego eran reverenciados. El difunto primero se momificaba y luego lo introducían en la chullpa por una abertura que daba al este y por la que solo cabía una persona, lo colocaban en posición fetal junto con objetos valiosos. De regreso pasamos por el distrito de Hatuncolla, dónde visitamos una aldea, con sus típico Torito de Pucará en lo alto del arco de entrada de las casas o en sus techos. Es un símbolo totémico, gonopas (quechua) o Illas (aymara), traen felicidad, protección y fertilidad. Nos enseñaron desde la siembra de productos hasta la elaboración de tapices de lana, de alpaca y de oveja; así como, la crianza de cuyes y como era su vida diaria.

El lago Titicaca es el lago navegable situado a mayor altitud del mundo, próximo a los 4.000 m, sus aguas son frontera de Perú y Bolivia. Nuestra primera parada fue en las islas flotantes de los Uros, se consideran como la raza primigenia de América, hoy en día mezclados con aimaras y quechuas, viven en las islas construidas a base de totora, un junco que crece bajo estas aguas; todo gira a su alrededor, viviendas, productos artesanales y hasta lanchas o caballito de totoras, que les sirven para la pesca y como medio de transporte,  pudimos dar un vuelta en ellas y ver su modus vivendi.

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Navegamos durante dos horas por el lago hasta llegar a la  Isla de Taquile, famosa por la producción de textiles, el pueblo se concentra en la parte alta, gracias a las hojas de coca subimos una cuesta que pasaba desde los 3.900 m hasta los 4.020 m, sin demasiados problemas. Sus habitantes, quechuas, visten el atuendo típico mallorquín, parece ser que un duque español de origen balear, de apellido González de Taquila, obligó a la vestimenta que se usaba por aquellos tiempos en la isla de Mallorca. Cuando atardecía pusimos rumbo a Puno donde visitamos su bella Catedral,  ubicada en la Plaza de Armas de la ciudad, construida en 1756, con un fachada en estilo mestizo que ostenta tallas de figuras humanas y sirenas tocando charangos y en su interior destaca el altar mayor de marmolina.

La ciudad de Cuzco, «El ombligo del Mundo»

Temprano salimos en la guagua hacia la ciudad de Cuzco, situada a unos 390 km, como decía Silvio Rodríguez, vamos atravesando valles, de sorprendente belleza, cruzados por riachuelos donde pastan llamas y otros camélidos. La primera parada la hicimos en el pueblo de Pucará, sí, famoso por los toritos, vimos la iglesia de Santa Isabel y el Museo lítico de Pucará, donde se exhibe un conjunto de monolitos y esculturas líticas de la cultura Pukara, rescatadas del cercano centro ceremonial, el más antiguo del altiplano y en el que podremos apreciar una serie de plataformas escalonadas. Cruzamos La Raya, límite natural entre Puno y Cuzco y el punto más alto del camino, a 4.335 metros sobre el nivel del mar. El recorrido continúa para llegar a Racchi, un asentamiento arqueológico inca, conocido también como el Templo del Dios Wiracocha. Antes de llegar a Cuzco visitaremos la hermosa capilla de Andahuaylillas, conocida como la Capilla Sixtina de América.

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Por fin, habíamos llegado a Cuzco o Cusco según la legua quechua, la antigua capital del Imperio Inca, es la ciudad más antigua del continente, al remontarse su origen al 5000 a.C., conocida como el «ombligo del Mundo», a 3.300 m de altitud. Lo mejor es deambular por sus empedradas y empinadas calles, partiendo de la Plaza Mayor, rectangular con jardines y bancos donde descansar con fuente central con la estatua de Pachacutec, a un lado la Catedral terminada en 1664 impresiona tanto por dentro como por fuera, justo al lado, la Capilla de la Sagrada Familia,  edificio que perteneció a la Inquisición y justo delante tenían lugar las ejecuciones pública. Hacia el sur la Iglesia de la Compañía de Jesús, golpeada duramente en el terremoto de 1650, a su izquierda el Convento de Santo Domingo, construido sobre los cimientos del  Palacio Koricancha, fue el santuario más importante de los Incas dedicado al dios del Sol, construido en 1200 por Manco Capac.

Tomamos la  Cuesta de San Blas, parando en la calle Hatunrumiyoc, para ver la  “piedra de 12 caras”, antes de llegar al famoso barrio de los artesanos en San Blas, a su templo y plaza. Continuamos callejeando hasta la plazoleta de las Nazarenas, donde vemos los edificios del Museo de Arte Precolombino, el Palacio de las Nazarenas y siguiendo por la calle Córdoba de Tucumán, nos llevó al Museo del Inca y a una plazoleta desde donde hay unas vistas esplendidas de la ciudad y en especial de la Plaza de Armas. Desde la altura se disfruta de una villa mestiza, colonial, con templos espléndidos y grandes caserones construida con piedras meticulosamente pulidas y encajadas.

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Desde Cuzco se pueden realizar varias excursiones, incluso a pié, es el caso del parque arqueológico de Sacsayhuaman, esta impresionante ciudadela, rodeada de hermosos paisajes naturales y con unas vistas extraordinarias sobre Cuzco, sigue siendo un gran misterio por sus colosales construcciones. Otro lugar que visitamos fue Tambomachay, destinado al culto al agua y lugar de descaso del jefe del Imperio Inca, consta de una serie de acueductos, canales y varias cascadas de agua que discurren por las rocas. Muy cerca se encuentra una construcción defensiva, Puka Pukará, más conocida como la “fortaleza roja”, debido a que las piedras calcáreas con las que fue construida adquirieron la coloración rojiza del terreno. Por último, ya casi de noche paramos en el centro arqueológico de Kenko o Qenqo, en quechua Q’inqu, está formado por galerías subterráneas en forma de laberinto y por pequeños canales labrados en las rocas en forma de zigzag, además cuenta con un patio semicircular adornado con varios nichos que rodean a una figura de piedra incrustada dentro de una cámara.

El valle Sagrado de los Incas

Se extiende desde Pisac hasta Ollantaytambo, siguiendo el curso del río Urubamba en el que confluyen numerosos afluentes abriéndose paso a través de pequeñas quebradas. El valle era famoso en la época inca por la fertilidad de su tierra, que producía el maíz de mejor calidad del Imperio.

Nos detenemos en Ollantaytambo, erigida entre dos montañas, es la única ciudad inca que se ha mantenido casi intacta a pesar del paso de los años. Sus callejuelas estrechas y empedradas formando una estrecha cuadrícula conservan en gran medida la planificación urbana de la época anterior a la conquista. Pero lo que domina el pueblo son las majestuosas ruinas incas, impresionantes tanto en calidad como en tamaño y de las mejores que vimos en todo el viaje. Coronando las enormes terrazas hay una zona ceremonial y un templo dedicado al dios sol. Desde aquí las vistas de los alrededores del pueblo son fantásticas.

Manchu Pichu, la puerta al cielo

Al amanecer, con rachas de viento helado, emprendimos el viaje en tren desde la estación de Ollantaytambo hasta el pequeño pueblo de Aguas Calientes, a través, de un paisaje montañoso con el río Urubamba siempre a nuestro lado. En el pueblo, unas guaguas nos esperaban para llevarnos por una carretera empinada y llena de curvas hasta lo alto de la cima. La ciudadela de Manchu Pichu se haya encajada entre dos montañas Machu Picchu y Huayna Picchu, construido por los incas en algún momento del s. XV y descubierta en 1911 por Hiram Bingham, se encuentra a 2.330 metros sobre el nivel del mar y está rodeada por una exuberante vegetación.

Algunos estudiosos creen que fue una fortaleza; otros una ciudadela o un monasterio, en cualquier caso, hoy es una de las Nuevas 7 Maravillas del Mundo Moderno. El complejo está claramente dividido en dos grandes zonas: la zona agrícola, formada por conjuntos de terrazas de cultivo, que se encuentra al sur; y la zona urbana, que es, por supuesto, aquella donde vivieron sus ocupantes y donde se desarrollaron las principales actividades civiles y religiosas. Ambas zonas están separadas por un muro, un foso y una escalinata. Los andenes (terrazas de cultivo), lucen como grandes escalones construidos sobre la ladera…. Wikipedia

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Los recintos estaban organizados en forma de «barrios» o sectores, por ejemplo, el destinado a depósitos de las cosechas del maíz o de la coca; otro sector estaba conformado por las viviendas de las personas que habitaban en el lugar, dentro de esta zona destaca una gran plaza pública y varios edificios de evidente función ceremonial, el Templo Principal, el Templo de las Tres Ventanas o el Templo del Sol y debajo de este, una cavidad que denominan el Mausoleo real. También se encuentra aquí un complejo sistema ritual de baños y fuentes de agua.

Seguimos caminando en dirección hacia el Huayna Picchu, la plaza Principal y la pirámide donde se alza el Intihuatana, «el lugar en el que se amarra el sol», piedra esculpida específicamente para realizar observaciones astronómicas. Antes de llegar al camino que lleva al Huayna, nos encontramos con la Piedra Sagrada, que imita la silueta del monte Apu Yanantin. De regreso pasamos por una agrupación de casas que se denomina Acllahuasi o Casa de las vírgenes del sol, dedicadas a la cerámica y tejidos para ritos mágico-religiosos. Por último, atravesamos el Barrio de los Morteros, que se dedicaba a la fabricación de la chicha (cerveza de maíz) por la cantidad de morteros de molienda que hay en la zona.

En cada piedra, en cada andén y en cada acueducto se refleja la sabiduría y el arte del Imperio Inca. En lo alto de la colina está la Casa del Guardián cuya finalidad era controlar el acceso a la ciudad desde el camino del Inca o del camino al puente levadizo, y supervisar toda la zona agrícola y urbana. A pocos metros Binghan encontró un cementerio con un gran monolito tallado de manera escalonada cuya función era la de embalsamar y momificar los cadáveres. Nosotros estamos sentados encima sin saberlo, jajaja.

Las personas que llegaban a Machu Picchu a través del Camino Inca, tenían su primera visión de la ciudad Inca, desde la Puerta del Sol o Inti Punku a 2.720 m. También servía de control de acceso y salida de la ciudad. La caminata supone entre 3 o 4 horas (ida y vuelta) desde la “casa de guardián”, por unas escalinatas y luego un camino de piedra que va ascendiendo gradualmente, pero a falta de unos 20 minutos al aproximarse a la puerta del sol, la pendiente se acentúa y el camino se hace más difícil, vamos que llegamos los viejitos con la lengua fuera. Arriba nos esperaba un conjunto de recintos con dinteles, puertas y ventanas en cuyos muros se abren hornacinas trapezoidales. Las vistas eran espectaculares y sentados descansando con el corazón todavía desbocado podemos comprender lo que sentían las personas que llegaban a la ciudad.

Otra de las caminatas que pudimos hacer fue la ruta al puente levadizo. El camino es algo peligroso, comienza en la zona sur de la ciudad en el recinto de los diez vanos. Es un sendero angosto, hecho en el flanco de la montaña, con el precipicio siempre a nuestra izquierda. Abarca aproximadamente dos kilómetros y en una de las curvas el camino se interrumpe dando lugar a un gran precipicio, donde los incas decidieron construir un puente levadizo a base de troncos de árboles, de modo que no representara inconvenientes retirarlos, para impedir el paso en caso de alguna amenaza.

Finaliza aquí nuestro viaje con nosotros a Perú 2008, pero seguro que volveremos a encontrarnos en un nuevo destino…